5.

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- Angie.
Alguien comenzó a moverme, a despertarme. Yo resoplé y me di la vuelta, intentando darle la espalda, pero siguió movimiento moviéndome.
- ¿Qué?- pregunté molesta, dándome la vuelta para ver a Juan.
- Dale, tenemos que irnos.
Me sonrió levemente y entonces mi mente volvió a hoy. Hace unas horas había terminado mi valija y ayer me había despedido de todos mis amigos porque hoy, tras cumplir los cuatro meses, me tenía que ir a España.
Mi barriga ya comenzaba a engordar, pero intenté disimularlo lo suficiente para alargar mi estancia en Buenos Aires, hasta que comenzaba a ser imposible. Por suerte, había podido pasar la Navidad con mi familia antes de irme.
Suspiré y me di la vuelta para quedarme mirando el techo, viendo de reojo como se iba de la habitación. No quería irme, no quería dejar a mis amigos y mi familia, aunque al final entendía que era lo mejor y que allá me cuidarían.
Candela y yo llevábamos días sin hablar porque estaba ocupada, como siempre, en acompañar a su hermano en todo. Y no, no le había dicho que me voy a ir, ya que no tendría mucho sentido al haberle hablado estos meses de una facultad que hacía tiempo que no veía.
Suspiré, una vez más, y me senté en la cama viendo en la esquina de la habitación la valija donde estaban todas las cosas. Había guardado la ropa, dejando la que aún guardo de Mauro en el armario, ni siquiera la miré. También me llevaba fotos en físico, porque son recuerdos que no quería quedarme acá.
Me levanté finalmente y comencé a arrastrar mis pies hasta ir a la cocina. Juan me sonrió y me dio el café que me había preparado mientras dormía.
Cuando lo terminé, volví a arriba para vestirme con la ropa que me había quedado. Me puse el buzo con los pantalones deportivos anchos y unas simples zapatillas, saliendo de la habitación a la vez que me hacía una coleta para quitar todos los mechones de mi pelo de mi cara.
Bajé con la valija en la mano y él ya me estaba esperando en la entrada. Ayer, por la mañana, invité a todos mis amigos acá para despedirnos y estuvimos todo el día juntos hasta que tuve que hacer la valija con la ayuda de Juan a la noche. De mi familia me despediría en el aeropuerto.
Salimos de casa y me subí a su auto con él guardando mi valija, después entró y comenzó a manejar lentamente hacia el aeropuerto.
- No te olvides de decirme si va a ser un nene eh, ya sabés que quiero que se llame como yo.
- Egocéntrico.- sonrió y yo negué con la cabeza, mirando por la ventanilla.- Lo haré, es en la próxima ecografía.
- Claro, como no quería dar la cara a la cámara y sólo salía de espaldas no se podía hacer mucho.
- Es como yo, odia las fotos.
- Ya, y yo me lo creo.
Sonreí mirándole y volví después mi mirada al frente, viendo cómo ya estábamos más cerca.
Unos minutos más tarde, él ya estaba aparcando en el primer sitio vacío que encontró. Salimos y le esperé a que sacase mi valija y me la diese para ir juntos a dentro. Justo en la puerta estaba mi familia.
Me abracé con todos y entramos los siete dentro. Me senté con mi hermano Santino a esperar, porque habíamos llegado un poco antes por si acaso.
Pero, de repente, mientras intentaba evadirme de todo esto, una voz del altavoz avisó de que me tenía que ir. Les miré a todos y sonreí apenada.
- No te olvides de llamarnos todos los días.
- Y las videollamadas.
- También podemos jugar online.- sonreí a José y me abracé a él.- Verás cómo ni te enterás y ya estás acá.
- Ya...
- Y habrá que discutir el nombre eh.- puse los ojos en blanco y me abracé a Miguel.
- No te olvides de enseñarme foto de mi sobrino eh.- asintió y yo miré a Luna, que me avecinaba como iba a engordar.- Y vos de cuidar de él.
- Suficiente tengo ya con un nene para tener a otro.- reí y también me abracé a ella, mirando después a mis viejos.
- Seguro que te cuidan bien.
- Y que en más estás acá, José tiene razón.
- Espero, porque no voy a aguantar mucho sin vosotros.- sonreí y me abracé con los dos.
- Bueno, conmigo no hagas mucho drama que lloro.
- Callate, boludo.- reí abrazando a Juan después.- Cuídate eh, y no se olviden de llamarme.
- Marcaré un triple por vosotros en el siguiente partido.
- Boludo.- rió y desvíe mi mirada a mi hermano mayor, Santino.- Bueno...
- Te extrañaré, enana, y a esa barriga también.
- Bueno, vino ha hablar él.
- Eh, que estoy yendo al gimnasio, no me la bajés así.- sonreí y le abracé con fuerza.- Os amo, a los dos.
- Dale, me vas ha hacer llorar, gil.
Sonrió y yo hice lo mismo, mirándoles unos segundos antes de agarrar mi valija y comenzar mi camino hacia el avión.
Cuando dejé la valija, sólo tuve que esperar un tiempo hasta que por fin ya me dejaron irme hacia el colectivo que nos llevaba hasta la pista con el avión.
Mientras subí las escaleras de este, recibí un mensaje de Santino. Al verlo sonreí con ganas de llorar e irme hacia atrás.
Era una foto de él abrazando a José, agarrándolo por la cintura como suele hacer conmigo porque soy de más baja estatura que él y es más fácil. En cambio, José está de brazos cruzados y serio, pero Santino está sonriendo. Debajo, me mandaba otro mensaje "Ya te reemplacé, pero igual no hay otra como vos"
Los iba a extrañar, aunque iba a estar con mi familia, pero ellos habían estado todo este tiempo y fueron los primeros en no darme la espalda y aceptar todas las decisiones que había tomado.
Subí por fin al avión y me senté en mi asiento asignado, sacando los audífonos para comenzar a prepararme. Me puse el cinturón y esperé a que todo estuviera bien para comenzar a escuchar música.
El viaje fue largo, hasta me dormí un tiempo, pero cuando estábamos llegando a Madrid, estaba más despierta que nunca y con la cara pegada al cristal de la ventana, sonriendo porque al final, también iba a estar con mi familia.
Hice una foto y se la mandé a Juan, que rápido me respondió con una foto de todos en la cancha de baloncesto, debajo puso "al final el triple lo hizo Matías 😑", haciéndome reír y que algunos me mirasen.
Cuando aterrizamos, preferí esperar a que todos saliesen y después salí yo. Bajamos las escaleras, subimos al colectivo y nos llevaron al aeropuerto.
Me quedé mirando la cinta de las valijas hasta que tuve la mía en mis manos, entonces me di la vuelta y comencé a salir de allá, buscando a mi familia.
- ¡Pelotuda!- podía reconocer esa mala imitación del acento argentino en cualquier lado.- ¡Boluda!
- ¿Sabés decir algo más aparte de eso?- pregunté alzando un poco la voz, girandome para encontrarmelo junto a sus padres.
- La verdad es que no, pero seguro que hay tiempo para que me enseñes.
Sonreí y me acerqué a ellos rápido, aunque más él, que comenzó a correr hacia mí. Cuando llegó, solté la valija y me abrazó, levantándome del suelo, haciéndome reír.
- La última vez no estabas tan gorda eh.
- Sí, pero vos seguís siendo igual de pelotudo.
Dije ya con mis pies en el suelo. Me miró, yo le miré sonriendo y después comenzamos a reírnos como locos.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora