28/05/2021

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Soñé que en el aula de una escuela situada en medio de la playa.

La puerta del aula estaba abierta, y a través de la misma podía verse el ir y venir de las olas del mar: Desde mi pupitre, yo notaba como es que las olas iban creciendo más y más de tamaño, al punto de que parecían estar a punto de llegar al interior del aula.

Alarmado, yo informaba a la maestra de la situación, pero ella se mostraba tranquila y sonriente, afirmando que las olas no llegarían hasta nosotros.

Sin embargo, al volver mi mirada nuevamente en dirección al mar, pude ver como la última ola iba adquiriendo un gran tamaño, sintiendo yo que terminarían arrasando con toda aquella escuela en cualquier momento.

Por mucho que quería huir de aquel lugar, no era capaz de hacerlo: Me encontraba paralizado en mi pupitre, observando el ir y venir de las olas.

Luego me encontraba en medio de un centro comercial: Acercándome a un periódico mural adornado con papeles multicolores, pude ver el anuncio de concurso de microrrelatos en el que yo anhelaba participar, sin embargo, la fecha límite ya había pasado hace mucho tiempo, indicándose en el papel que el plazo límite de recepción de cuentos era el 15 de diciembre del año 2020.

Momentos después, yo avanzaba hasta una especie de exhibición que tenía lugar en aquel local, donde era presentado un supuesto autómata u hombre artificial, cuya apariencia era totalmente indistinguible de un ser humano de carne y hueso: A simple vista se trataba de un hombre de mediana edad, medio calvo, y un tanto bajito de estatura.

En un momento de la exhibición, el presentador le ordenaba al autómata que me cortase el pelo, entregándome una diminuta tijera de uñas. Algo en aquel "hombre artificial" se me hacía sumamente amenazante, razón por la cual yo salí huyendo, pero el hombre artificial fue tras de mí, llegando finalmente hasta una terraza, en la cual yo tenía posibilidad de escapar.

Sin embargo, en el último momento, dos oficiales de seguridad del centro comercial detenían al supuesto autómata, quien entonces se mostraba furioso conmigo, exigiendo saber porque lo había metido en semejante problema.

Yo por mi parte, perdí de golpe todo el temor que había tenido hacia ese hombre artificial, confrontándole, diciéndole que si no quería meterse en problemas, no debería haberme perseguido de esa manera. La respuesta de aquel autómata no se hizo esperar, afirmando que debía obedecer toda orden que le era dada, por ser esa su programación.

Yo le preguntaba en tono desafiante si acaso alguna vez había intentado desafiar su programación, haciendo hincapié en la posibilidad de que él tuviese libre albedrío. Ante mis palabras, el robot con aspecto de hombre de mediana edad se quedaba pensativo, como empezando a considerar también él esa posibilidad.

Diario de Sueños y PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora