En mi sueño visioné un paisaje de la Antártida donde se hallaban conglomerados un sinnúmero de pingüinos: Por su tamaño, parecían ser pingüinos emperadores, aunque también contaban en sus cabezas con el penacho propio de los pingüinos crestados.
Uno de ellos parecía ser capaz de conjurar la tempestad con un simple graznido, pero esta desataba con fuerza tal que dicho pingüino terminaba siendo enviado hasta la superficie lunar, aunque de alguna manera lograba sobrevivir en ese lugar, comunicándose con su hijo próximo a nacer, todavía dentro de un enorme huevo: Al romperse el cascarón, el polluelo recién nacido llamaba entre sollozos a su padre, observado a cierta distancia por otro pingüino con su respectivo polluelo, indicando una voz que serían ambos los que cuidarían de aquel huérfano.
Sin embargo, pasaba el tiempo, y ningún pingüino se acercaba al polluelo solitario, quien al crecer parecía ser capaz también de conjurar la tempestad, intentando valerse de la misma para regresar a su padre a la tierra, pero esta terminaba saliendo fuera de su control, cubriéndose todo de nieve.
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Diario de Sueños y Pesadillas
Non-FictionPues eso, un diario de las cosas que sueño últimamente.