Primero soñé en que asistía a la escuela junto a Zamasu, un villano de Dragon Ball Super.
Yo era un niño, y él era un adulto, y él me fastidiaba de una manera muy infantil e inmadura, burlándose de mí, por lo que yo le respondía sarcásticamente, a sabiendas de su narcisismo:
— ¿No necesitas que te regale algún espejo, para que tengas algo que besar?
No era precisamente una frase muy ingeniosa, pero a Zamasu parecía molestarle de sobremanera.
Luego el sueño cambiaba, y me encontraba yo en un lujoso hotel, donde tenía lugar un baile que, a juzgar por los vestuarios de los danzantes, parecía acontecer durante la Era Victoriana, aunque habían elementos extraños, como por ejemplo, abundantes arañas negras con patas y mandíbulas blancas que colgaban de las paredes y el techo, y que eran tratadas como si fuesen parte de la decoración.
Era de noche, y las salas estaban decoradas por numerosas velas que daban al lugar un ambiente casi mágico, como de una pintura al óleo móvil.
A mí y a otros huéspedes no se nos permitía participar del baile, por lo que teníamos que conformarnos con observar la escena desde un pasillo oscuro, sitio en el cual yo oía a algunas personas conversar sobre la película New York: I Love You, hablando de lo irregular que les había parecido.
Se mencionaba que el video musical de la canción Sly de Massive Attack era parte de dicha película, y alguien mencionaba cuán absurdo era aquello. ("Si ese video musical ni siquiera fue filmado en Nueva York" oí decir.)
Otras personas, en una sala, conversaban de las implicaciones morales de una escena de una serie animada de Iron Man, transmitida en un televisor, comentando cuán moralmente reprobable eran las acciones y motivación del protagonista.
Yo me dirigía luego hasta el fondo del pasillo, donde había una pecera en cuyo interior se encontraba un objeto similar a un zoótropo, del cual se proyectaba una historia acontecida en Japón durante el período Edo, que narraba la historia de un romance homosexual entre un poeta y un viajero de rudo aspecto y barba crecida, frecuentando ambos lugares sórdidos del bajo mundo, escuchando las historias de las personas con las que se encontraban.
Sin embargo, eventualmente el aquel viajero era aprendido por unos guardias, acusado de una serie de asesinatos. El poeta se rehusaba a creer las acusaciones, pero al final lloraba desconsolado, al no poder negar la evidencia que le era presentada de los crímenes cometidos por su amante.
A manera de moraleja, un cartel como los del cine mudo indicaba que uno nunca conoce realmente a una persona, por mucho tiempo que pase con ella.
Terminada la proyección, una señora anciana salía del baile, vestida de negro, y acompañada por unos cuantos hombres, con los que conversaba de la grave situación del mundo actual, y sobre cómo le parecía el "Fin de los Días" algo tan inminente, que esa noche bien podría ser el último recuerdo feliz de muchos de sus asistentes.
La señora del vestido negro se dejaba caer rendida sobre un sofá de cuero, y yo notaba sobre una mesa un rollo de papel higiénico que tomaba conmigo a fin de dejarlo dentro de un contenedor de reciclaje, pero al tomarlo en mis manos, se me quedaba pegada en los dedos una gran cinta negra que indicaba que aquel rollo no era para reciclaje, y yo molesto, trataba de despegar mis dedos de aquella cinta, llamando la atención de la anciana, quien me amonestaba, aunque de todas maneras me ayudaba a quitarme esa cinta.
En cuanto yo le pregunté si podía reciclar aquel rollo de cartón, ella me decía en tono indignado que eso era propiedad del hotel, y que no podía disponer del mismo. Yo le decía que iban a tirar el rollo a la basura de todas maneras, pero ella se mantuvo firme en su negativa.
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Diario de Sueños y Pesadillas
No FicciónPues eso, un diario de las cosas que sueño últimamente.