Capítulo 28 Bruma y pum

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Salimos del despacho, mi tío se queda para organizar algunos papeles. Me encuentro cansada, he usado tanta energía hoy que me siento como la gelatina. Me duele cada músculo, cada fibra de mi ser grita que descanse.

Estoy rodeado por la Realeza, no se han separado de mí ni un instante desde que hemos salido de mi cuarto, es extraño, porque no les conozco y me siento muy reconfortada. A lo lejos veo a Max y a Emily, que se acercan corriendo a mí.

-¡Ali!-Em me abraza y empieza a llorar.-Lo siento mucho, no debimos dejarte sola, lo siento mucho.

-¿Estás bien?-Asiento y Max se relaja un poco.

Ambos apartan la mirada de mí para mirarlos a ellos, imponentes, elegantes con el uniforme como si fueran grandes lores.

-Gracias por cuidar de nuestra amiga.-Emily se acerca a Olivia y le coge las manos con delicadeza, como si le tendiera la mano una reina.

-No es nada, lo importante es que descanse, ha sido un día muy duro.

Mis amigos asienten en silencio. Parece mágico, todos parecen tan ¿borrosos?, me siento aturdida, mareada.

-¿Alice?

Y de nuevo, en el suelo.

-Gracias por su atención.

-Nada, solo tiene que reposar, apenas ha comido en todo el día y ha gastado demasiada energía.-Le tiende algo y Emily lo coge con cuidado.-Debe tomar una de estas al menos una vez a la semana.

-Sí.

La mujer se va y quedamos los tres solos en la habitación. Olivia se sienta en mi cama, siento su mirada en mí, pero no quiero abrir los ojos, qué vergüenza, me he desmayado en el pasillo.

-Sé que no estás dormida, Alice.

-Me alegro de que lo sepas.-Murmuro sin abrir los ojos.

-La enfermera dice que estás bastante débil, ¿no has comido en todo el día?

Pienso en el desayuno, fue contundente ¿no? Hasta que me acuerdo que salí corriendo, dejando más de la mitad, porque llegaba tarde a clase, y luego en el recreo no me dio tiempo a comer nada porque estaba con ellos, discutiendo.

-Por tu cara debo deducir que no.

-No, llegaba tarde a primera hora y no me dio tiempo. Y a media mañana

-Vale, si, lo pillo. Pensé que cuando te habías ido con la niña de primero, habías desayunado con ella o algo.

Recordé la niña que me miraba asustada, negué con la cabeza y sonreí.

-Solo le hice compañía, estaba mal, se la veía asustada y avergonzada, así que no quise dejarla sola.

-¿Entonces no amenazaste a esa niña?

Mortem (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora