Capítulo 10 Azúcar, Sal y Canela

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La profesora me dio la enhorabuena por mi participación y por cómo había jugado, le di las gracias y regresé con Emily tras haberme cambiado de ropa. Todo el mundo me seguía mirando de forma extraña, como si fuera algo malo.

-Salgamos de aquí me ponen nervioso.

Asentí y les seguí al exterior. Fuera hacía un día soleado, se agradecía poder hacer ese trayecto desde el pabellón deportivo hasta el edificio principal con las habitaciones. Dejamos una gran distancia entre nuestros compañeros hasta que casi estuvimos los tres solos.

-¿Vais a decirme algo o?

-Sí, perdón, es que estoy intentando entenderlo...-Parecía muy confusa. Sentí un poco de vergüenza.-No en el mal sentido, no me entiendas mal, no es nada malo, es solo

-Extraño.-Remató Max.- Nunca ha venido alguien como tú a este instituto, al menos que nosotros sepamos.

-¿Alguien como yo?

-Ya me entiendes...-Max agachó un poco la cabeza y lo dijo en casi un susurro.-Un híbrido. Un mix, eres como el azúcar, la sal y la canela todo junto. Un cambiante.

-¿Un cambiante?-Les miré confusa.

Emily se interpuso en el medio y me cogió de la mano.

-Es la primera vez que tenemos en este instituto a alguien que posee tanto las cualidades de los lobos como las de las brujas, Alice, eres un espécimen un poco bastante mucho peculiar.

Pensé que en aquel lugar habría más como yo, habría más personas que tuvieran mis mismas características físicas o que simplemente era una bruja peculiar o un lobo que sabía conjurar, pero se ve que no. Eso me hizo sentirme bastante mal y un poco confusa.

-No te sientas mal, no es nada malo, es nuevo y la gente te mira raro porque no lo entienden; ya sabes cómo lleva la gente lo de las novedades

Intenté hacerle caso a sus palabras y entramos en el edificio principal, las únicas personas que seguían actuando igual conmigo eran los licántropos, era como si nada hubiera pasado, como si ser yo fuera algo de todos los días y eso me reconfortó de infinitas maneras. Nos dividimos, algunos teníamos unas asignaturas en ese edificio mientras que otros tenían que salir. Recé para que Emily o Max fueran conmigo en la siguiente hora, pero ninguno había pillado Literatura Mística, abatida, dejé mi bolsa de gimnasia en mi cuarto y la cambié por la mochila de clase. Sería una mañana bastante larga.

Me llevó poco tiempo encontrar el aula, estaba casi vacía, con la excepción de La Realeza, que ocupaba la fila principal. Sentí cómo me miraban fijamente mientras entraba, ¿estaba mal vestida? Miré mi uniforme, todo estaba en su sitio, la camisa, el polo y los pantalones. Ninguno dijo nada, así que me senté una fila de asientos detrás de ellos. ¿Seríamos los únicos en clase? ¿Una clase de cuatro?

Mortem (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora