Capítulo 32 Solo hay que dominarlo

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Seguí en la misma postura hasta que el chico se relajó un poco. Me acerqué agachada, para que no me tuviera miedo. Gruñía por lo bajo, pero no era un gruñido que diera miedo, sino de angustia, un lamento. Acercándome más y más, hasta que pude llegar a las cadenas. Fui arrancando clavo por clavo. Olive me ayudó para sorpresa de todos. Cuando el joven licántropo se sintió libre de su prisión me miró fijamente. Me dirigí hacia la entrada, él seguía en el mismo sitio. Le hice señas con la cabeza, hasta que al fin se movió y comenzó a seguirme.

Todos se quedaron en el laboratorio mientras salíamos hacia la habitación en la que me había cambiado. Entré primero, luego él. Apartándome lo suficiente para poder cambiarme de forma. Recuperar mi forma humana.

-Tranquilo, ¿ves? Soy como tú, ¿vale?-Le tendí mi mano y él se acercó lentamente. Pasé la mano por su hocico, era suave y cálido. Le acaricié entre las orejas y eso le relajó.-Todo va a estar bien, ¿vale? Respira hondo y concéntrate en ti, recuerda como eran tus brazos, tus manos, ¿te acuerdas del color de pelo?

Poco a poco sentí como su pelaje vibraba, empezaba a cambiar de forma lenta pero segura. Gruñó, chilló un poco, siempre sería doloroso las primeras veces, pero era lo normal. Su gruñido cambió por un quejido mientras intentaba reabsorber el pelaje.

-Bien, lo estás haciendo muy bien.-Le animé.

Cuando al fin tuvo su cuerpo humano procedí a levantarme y vestirme, sin perderlo de vista ni un segundo. Le tendí mi sudadera y él la cogió con cuidado, como si se fuera a romper.

-Todo está bien, ¿vale?

-No he hecho daño a nadie ¿verdad?

Negué con la cabeza, estaba llorando, llorando por la confusión y el miedo, era normal, las primeras veces que uno se transformaba eran las más confusas y agonizantes.

-No has hecho nada malo.-Le acaricié el pelo con delicadeza, era fino y suave, parecía el pelaje de un gato.-¿Cómo has llegado hasta aquí?

-Sentía que algo iba mal, tenía miedo de hacerle daño a alguien del instituto y me alejé.

Asentí con orgullo, fue consciente de su transformación e hizo lo que debía, era joven, pero muy responsable. Le tendí la mano y ambos volvimos al pasillo, junto a los demás.

-Está todo bien, no os preocupéis.

Se miraban confusos, sin entender bien la situación, Olivia se acercó corriendo y abrazó al chico.

-¿Te encuentras bien? ¿Te has hecho daño?

-Olive, le vas a agobiar

Pero el chico lejos de agobiarse se sonrojó y empezó a hablar suave y entrecortado, ¿le gusta Olive?

-Estoy bien gracias.

-Deja que te acompañe a tu cuarto, seguro que estás helado y cansado.

Le sujetó los hombros mientras se dirigían a la puerta principal. Me quedé mirándoles, Olive era una bruja tan cariñosa que era imposible no seguirla, siempre tan cálida, tan amable.

Elisabeth, Elías y Theo se adelantaron, les miré mientras seguían a lo joven bruja y al licántropo. Empecé a caminar pero alguien me sujetó el brazo con fuerza. Christopher estaba furibundo.

Mortem (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora