Capítulo 82 Confesiones innombrables.

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-¿Qué?-Me quedé confusa mirándola.-¡Em, tu vestido! ¡Estás preciosa!

Bajó las escaleras de la mano de Ismael, que parecía ir en las nubes, feliz como un cachorro.

-Gracias.-Me sonrió y al instante se volvió hacia Christopher.-Volviendo a lo de antes, decía que estás mintiendo. No has dicho que el vestido era precioso. Estabas diciendo que

-Me voy al comedor, nos vemos.-Y tan pronto como estaba allí, ya no estaba.

-¿Qué acaba de pasar?

Ismael y yo nos miramos confundidos, mientras que Emily parecía a punto de salirse de sus casillas. Respiró hondo y su expresión cambió por completo.

-Nada, ¿vamos yendo nosotros también?

Ambos la siguieron en silencio. Yo me había quedado quieta en el umbral del comedor, lo que antes había sido una cafetería de instituto, ahora parecía un palacio de un rey, con grandes lámparas de araña y una mesa en el centro, de madera, con altas sillas con nuestros nombres.

-Vaya

-Tu tío se ha esmerado mucho en preparar toda esta cena.-Dijo Emily a mi espalda. Asentí y entré con ellos.

Theo y Max estaban ya en sus respectivas sillas, ambos estaban guapísimos en sus trajes.

-Perdón por tardar.

-No te preocupes Ali, es culpa nuestra, llegamos demasiado temprano.

Nada más sentarnos, la cocinera apareció con los platos de comida, grandes fuentes de patatas al horno, cerdo al horno en salsa, ensaladas, pescado con limón entre otros manjares.

-Que os aproveche cielos míos.

-Gracias Rosa.-Me guiñó el ojo antes de irse.

-Alice, cielo, tu tío ha dicho que tardaría en llegar, que cenarais primero.

-Vale.-Se fue, pero algo en mi interior me preocupaba, ¿dónde estaba mi tío? ¿Por qué no iba a venir aún?

Por culpa de las sillas me había tenido que sentar al lado de Christopher, y no voy a mentir, aquello me ponía la mar de incómoda. Intenté comer sin prestarle mucha atención, los demás conversaban y de cuando en cuando él decía algo, tan solo escuchar su voz se me erizaba la piel. No seas estúpida Alice, ni siquiera te ve.

La comida estaba igual de rica de lo que parecía, la verdad es que Rosa era una cocinera genial. Hablamos entre nosotros, comentamos lo que queríamos hacer al volver a clase el mes que viene y cómo nos iban los estudios para las recuperaciones. Todo estaba siendo sumamente relajante hasta que dos visitas nos tomaron por sorpresa.

La puerta del instituto se abrió de golpe y vi entrar a Olivia, el resto no se percató de su presencia, pero yo si, pude oler su dolor desde la distancia.

Mortem (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora