Capítulo 11 No todos los cambiantes son lobos

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En la puerta se apelotonaba un gran grupo de alumnas que no paraban de murmurar y casi chillar, ¿Me miraban a mí?, no, no me miraban a mi, miraban al grupo de estudiantes de la primera fila, la Élite, La Realeza, como no. Saqué mis libros y una libreta, el profesor ya llegaba cinco minutos tarde y si seguía tardando más esto se llenaría de chicas sobrenaturales babeantes. Suspiré y abrí la agenda, anoté tareas pendientes y algún que otro detalle, hasta que sentí un aroma, un olor extraño.

-¡Apesta!

Me puse en pie y me aparté justo antes de que un vapor negro llegara a mí, todo el mundo tosía y le lloraban los ojos, incluso a los de la primera fila, todos corrían hacia la parte trasera del aula. Les miré un poco inquieta ¿ninguno iba a hacer nada? Una de las chicas levantó las manos.

-Exite.

Pero el humo cada vez iba a peor, no entendía qué estaba pasando, los chicos se apiñaron detrás de ella, la otra chica también dijo la misma palabra un par de veces, pero eso no hacía más que aumentar la peste y la humareda. Me tapé la nariz con la manga del suéter y levanté mi mano.

-Fumus evanescet.-Este desapareció en apenas unos segundos, todos se miraron confundidos.

Abrí las ventanas y miré a mi alrededor. Las chicas formaban un circulo, apartándose de otra que parecía estar a punto de llorar. Me acerqué corriendo.

-¿Estás bien? ¿Te pasó algo?

Negó con la cabeza, habría jurado que iba a romper a llorar en cualquier momento. Me giré hacia el grupo que estaba detrás de mí, todos me miraban en silencio.

-¿Le podéis decir al profesor que voy a tardar un poco? Gracias.

Cogí a la chica de la mano y la saqué de entre toda la multitud.

Le tendí una botella de agua y ella me dio las gracias.

-No hay de qué.

-No, en serio, gracias.-Se limpió las lágrimas y bebió un poco de agua.-No suele pasarme muy a menudo, pero como entro en esa etapa de pubertad pues

-Es normal supongo, es como cualquier proceso corporal durante la adolescencia.-Intenté calmarla y ella sonrió.-No te lo tomes muy a pecho.

Bebió otro sorbo y cerró la botella.

-Todos se meten conmigo porque no soy como los otros cambiaformas, ¿sabes?, no me convierto en lobo, o en gato, incluso convertirse en ratón hubiera sido mejor Pero no, me tiene que tocar una mofeta, mi vida es horrible.

Sentí un poco de pena, entendía que era difícil encajar en un instituto así y más si tus cualidades no te ayudaban.

-¿Cuantos años tienes?

-Trece.

Recordé mis trece y sonreí.

-Te cuento un secreto, ¿vale? Pero no se lo puedes decir a nadie.-Ella asintió.-Yo también soy cambiaforma, las primeras veces que me pasó, solo me salieron la cola, las orejas y el hocico, fue bochornoso.

-¿Y no quisiste que la tierra te tragara?

-Claro que lo sentí, quise que la tierra me tragara y que no me escupiera jamás, pero ante todo, quise controlarlo, quise hacerme con el control antes de que se me fuera de las manos.-Ella me miraba en silencio.-Lo que quiero decir es que estas cosas no son fáciles, pero con paciencia e insistencia seguro que logras controlarlo.

Sus ojos se iluminaron y me abrazó mientras me daba las gracias.

Mortem (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora