Capítulo 81 Los primeros encuentros.

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Como era de esperar Ismael estaba en la puerta de Emily, el traje azul marino que había escogido le favorecía mucho, no se había peinado y el pelo en punta y hacia todas direcciones le daba un aspecto bastante rebelde. Emily abrió la puerta y él se quedó sin aliento. El vestido celeste la hacía ver como una sirena, tenía pedrería en el escote y la falda vaporosa se iniciaba justo después del pecho. Se había calzado con unas sandalias plateadas que no hacían otra cosa que dar la imagen de escamas y ella una sirena.

-Vaya

-¿Vaya?

-Em,-le tendió la mano, ella la sujetó ambos rompieron la corta distancia que les separaba.-Estás preciosa, si es que eso puede ser.

La bruja se puso de puntillas y besó con ternura al joven y nervioso lobo.

Me miré en el espejo, no me reconocía con aquel vestido, era rojo, muy rojo, ¿demasiado rojo?, nada podía ser demasiado rojo, ¿no?, el escote en v marcaba mis pechos, que por lo visto habían crecido de golpe, mi tío me había explicado que mis cambios físicos se debían al hecho de que en invierno los lobos solían crecer, tanto hombres como mujeres conseguían más músculos y se definían más las curvas. Tenía que agradecer a la mayor parte de mi genética mi buena constitución. Unas sandalias de plataforma negras eran el toque final. Como la cena se celebraría dentro, no era necesario abrigarse en exceso, todo el edificio tenía buena calefacción y por lo tanto no había que preocuparse de pasar frío. Me hice una trenza a un lado de la cabeza y al otro dejé mis rizos libres. Un largo pendiente de plata con dos puntas y un brazalete del mismo color. Estaba lista para la cena, o eso esperaba.

Max y Theo se miraban al espejo, ambos se veían increíbles en sus trajes negros, hace un año a Max le quedaba grande, pero al haber metido el último estirón sus músculos se definían bajo la suave tela aterciopelada.

-¿Demasiado extravagante?-Theo lucía un traje rojo y negro, se había peinado el pelo hacia atrás, dejando que se notaran las orejas puntiagudas, distintivo de un brujo.

-Para nada, T. Estás genial, más que genial.

-No seas exagerado. A tu lado casi no se me ve.

-Eso es porque mides uno sesenta y yo uno ochenta.

-Puede ser.

Un último vistazo, juntar sus manos para infundirse valor y salir al pasillo, hacia la cena que tanto ansiaban.

Christopher daba vueltas por el vestíbulo, se sentía bastante extraño en traje, no le gustaba para nada vestir así a pesar de que lo había tenido que hacer muchas veces por culpa de las reuniones familiares. Sintió movimiento por el rabillo del ojo y se giró a tiempo de quedarse pasmado.

Me miraba fijamente, muy quieto, ¿llevaba algo mal colocado? No, juraría que iba bien. Me puse un poco nerviosa al tener sus ojos tan fijamente puestos sobre mí, pero seguí bajando.

-Hola, ¿aún no han bajado los demás?-No dijo nada, solo me miraba, pero no parecía enfadado, incluso podría decir que estaba ¿distraído?, ¿le habría pasado algo?-¿Christopher?

-Sí, dime, perdona.

-Digo si aún no han bajado los demás.

-No, eres la primera que baja.

-Los esperamos entonces.-Me quedé de pie, sin saber bien que hacer. Hubo un largo silencio hasta que le escuché murmurar algo.-¿Qué has dicho? Perdona, es que no te escuché.

El dudó, evitaba el contacto visual y eso era raro en él.

-Decía que el vestido es precioso.

¿Estaba alagándome? Eso era nuevo

-Gra

-¡Eso es mentira!-Gritó Emily desde el fondo de las escaleras.

Mortem (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora