Capítulo 33 Gruñeli gru

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-¡¿Se puede saber en qué estabas pensando?!

Intenté controlar mis ganas de gritarle, odiaba que me gritaran y menos a la cara.

-De nada, Christopher.

-¿De nada? ¡¿De nada?! ¡¿Tenías la más remota idea de lo que había podido pasar si no le llegas a controlar?!

-¿Perdona? ¡Le salvé de vosotros! ¡Parecíais unos salvajes, atándole! ¿A quien se le ocurre hacerle eso a un niño? ¿Es que a caso no tenéis moral?-Era absurdo.

-¿Moral? ¡Podía haber herido a alguien!

-¿En un laboratorio vacío en un edificio alejado del principal dónde están durmiendo todos los alumnos?-Parecía a punto de explotar de la rabia, pero sabía que tenía razón, tenía que darse cuenta, allí no había nadie, ¿a quien iba a hacer daño el niño?-Admítelo, la forma que tenéis de hacer las cosas es primitiva y neandertal, el niño solo estaba asustado y vosotros solo lo empeorasteis. ¿Qué ibais a hacer después? ¿Esperar a que cayera del agotamiento y volviera a su cuerpo? ¿Dejarlo aquí encerrado hasta por la mañana?

-No sabes cómo hacemos las cosas Alice...-Sonaba desafiante y amenazador, todo un encanto.

-Cierto, pero por lo que vi las hacéis mal. Si tantas dudas tenéis sobre cómo tratar a un licántropo joven ¿por qué no tenéis a uno en vuestro mega genial equipo VIP?

Sentí su rugido, era un sonido gutural que procedía desde el interior del pecho, pero no me achiqué, no tenía pensado hacerlo. Tenía razón y él debía saberlo, por mucho que fueran los más geniales, o los perfectos del instituto tenían que darse cuenta de su error e intentar arreglarlo, podrían poner en peligro a muchos niños.

-No me digas lo que tengo que hacer, Alice.

-No te digo lo que tienes que hacer, Christopher. Te digo que podías haber hecho mucho daño a un niño, porque sigue siendo un niño aunque no te lo creas, Christopher.-Seguía recalcando su nombre con rintintín, lo que parecía ponerlo aún más enfurecido.-Mira, me encanta que vuestro gran equipo de seres súper poderosos crea que puede hacer lo que quiera, pero no me gusta ver cómo hacéis cosas sin sentido, no soporto ver que ni siquiera os informáis de cómo tratar con jóvenes licántropos o mucho menos el hecho de que ni ellos mismos entiendan por qué son encadenados como delincuentes. Así que sí, Christopher, te diré cómo hacer las cosas si creo que están mal, porque creo que las haces mal.

Abre los ojos como platos, pero antes de que pueda decir nada, me voy. No quiero hablar más con él, es solo un niño rico que va por ahí creyéndose lo mejor de lo mejor, sin medir sus consecuencias. Paso por delante de los demás y entro la primera al edificio principal. Olive me mira fijamente, pero no dice nada. Nadie lo hace.

Mortem (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora