Christopher tomó la iniciativa y comenzó a hablar.
-Uno de los de primero está perdiendo el control, ha agredido a su compañero de habitación y se ha escapado, lo han visto en el laboratorio, hemos venido a detenerle.
-¿Uno de los de primero? ¿Quieres decir que un niño de primero se ha transformado sin querer, ha hecho daño a un compañero y le venís a buscar con armas?
Theo se encoge de hombros con la ballesta en las manos.
-No tenemos otra opción.
¿Cómo no van a tener otra opción? ¡Si es solo un niño de cuanto, ¿trece años?
-Oye, ¿tú no eres lobo también? Podrías hablar con él, hacerle entrar en razón, ¿no?
-No, Elías, no es buena idea, Alice ya perdió el control hoy, no queremos que esto se desmadre.-Elizabeth no confiaba en mí, y lo entendía, no tenía cómo reprocharle sus dudas hacia mí. Abrieron la puerta y pude ver al chico, en el suelo, gritando mientras sus huesos se rompían.
Las primeras transformaciones siempre son las más dolorosas, el cuerpo no está acostumbrado a tanta presión, a que huesos rompan y suelden. Las primeras veces es las que más miedo pasas.
-Clavad las estacas, Olivia, la cadena.
-¿Vais a encadenarle? ¿Qué? -Confusa miraba los movimientos de mis compañeros de clase, ¿realmente pensaban encadenar a un chico de trece años en plena transformación, aquello no podía ser buena idea de ningún modo. Retrocedí.
-Alice es mejor que vuelvas a tu cuarto.-Chris me miraba fijamente.-Ahora.
Me di la vuelta y salí por el pasillo principal, entré en el primer cuarto vacío que encontré y comencé a desvestirme, siempre que me transformaba mi ropa terminaba hecha jirones y no quería quedarme desnuda en el laboratorio de ciencias, gracias. La plegué ordenadamente y dejé que el lobo saliera de mí. Mis huesos estallaron, crujieron, se moldearon, el pelo comenzó a brotar de mis manos, sentí los colmillos. Era una loba inmensa, de pelaje marrón; cuando ya te transformabas las suficientes veces no dolía, era como un cambio más.
-¡Olivia no le sueltes!
-¡Eso intento! ¡Pero es muy fuerte! ¡Theo tira de la cuerda!
-¡No doy!
Elizabeth empezaba a lanzar conjuros, pero entre el caos apenas surtían efecto. El joven licántropo rugía, gruñía, intentaba arañar, morder, quería deshacerse de cualquiera que le hiciera daño, estaba asustado.
En cuanto entré por la puerta se hizo el silencio.
-¿Un lobo? ¿En el laboratorio?
Olivia me miró y sonrió.
-Soltad las cadenas.
-¿Qué? ¡No!-Theo parecía confuso, pero Alice asintió. Christopher miraba la escena sin comprender qué estaba sucediendo.
-Si le soltamos ahora puede hacer daño.
-No lo hará, soltad la cadena a la de tres y apartaros. Eli, deja de conjurar, ahora. Maya, detente.
Todos retrocedieron mientras el lobezno comenzaba a soltarse.
Di un paso, luego otro, acercándome con cautela. No sentía su miedo, sentía su angustia, su preocupación. De pronto sentí el olor amargo del pánico, venía del chico, seguro. Me acerqué lo suficiente, agaché las patas delanteras y las orejas, sumisa. Él dio un respingo, se intentó zafar de las cadenas, pero eran muy pesadas.
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Mortem (1)
FantasíaLlegar a un instituto nuevo nunca es sencillo, y menos cuando sabes que nadie en ese instituto es mortal. Tendré que enfrentarme a una cruel realidad, tendré que decir la verdad sobre muchos de los secretos que he guardado estos últimos años y sobre...