Capítulo 47 Vlad el tirano.

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El resto de las horas de clase permanecimos casi en silencio, él me daba indicaciones de qué estudiar mientras yo pasaba las páginas y anotaba. Cuando al fin pusimos orden en todos los temas necesarios para el examen me sentí exhausta, cosa absurda ya que ni siquiera había empezado un solo tema.

-Creo que deberíamos tomar un descanso.

-Pero si aún no empezamos.

-Lo sé, pero estoy saturada.-Realmente lo estaba, había pasado gran parte de mi vida estudiando el mundo humano y ahora tenía que aprender de golpe todo lo sobrenatural, era demasiado.-Solo dame cinco minutos, por favor.

-Vale.

No discutió, vaya.

-Pero luego no te quejes si suspendes.

Me retracto, es un gruñón.

-¿Siempre vas a ser así?

-¿Qué?-Deja el libro que tenía entre manos en la mesa y me mira serio.-¿Así cómo?

-Así, irascible, siempre enfadado conmigo. Vale lo pillo, no quieres darme clase, lo entiendo, crees que no debería estar aquí, vale, yo

-Alice, no me has dejado hablar ni una sola vez, no me has dejado explicarte nada, solo das por sentado sin más.

-Explícate pues.

Respiró hondo, ¿él estaba enfadado? Yo estaba furibunda.

-No creo que seas un peligro para nadie, salvo para ti misma. Y últimamente solo he visto que has intentado ayudar a todos a pesar de que todos pensamos mal de ti. Nadie en este instituto te dio una concesión, y tú en cambio se las concedes todas. No lo comprendo Alice.

Respiré hondo, no sabía bien por dónde empezar.

-No quiero que la gente me quiera por obligación, no quiero ser tampoco una carga ni para el instituto ni mucho menos para el director.

-Tu tío.

-Mi tío. Además como no tengo otro sitio a dónde ir pues tendré que hacer la situación lo más llevadera posible.

-Entiendo en parte, ¿a tu padre no le preocupa que pases aquí las navidades? ¿No quiere verte?-La muesca de dolor que pasa por mi cara no se le pasa desapercibida.-¿Alice?

-Mi padre no me echa de menos porque solo me recuerda una vez al año o dos.

-¿Y eso?

-Cuando mi madre murió, él sufrió muchísimo, empezó a desquiciarse, a culparse, se estaba volviendo realmente loco y su salud se fue a peor. El tío Richard habló con un sanatorio mental para que lo trataran, pero la única opción viable que encontraron fue borrarle los recuerdos de forma semi-permanente. Una o dos veces al año le despejan la mente y se acuerda de mí, me llama, hablamos un rato y luego se olvida de mí otra vez.-Hablar de todo esto me está resultando duro, muy muy duro, no quiero dar lástima, no quiero que me miren como como Christopher me está mirando, mierda.-Pero es mi vida, y es lo que tengo.

-Alice yo

-No me digas nada, no soporto la lástima y hueles a lástima de lejos.

-¡No es cierto! ¡No te tengo lástima!

-¡Bien! Tampoco quiero que me la tengas.

-Loca

Le ignoro y vuelvo al libro, pero no puedo evitar sentir su mirada sobre mí. Si pudiera le enviaría el peor conjuro, el más molesto, el que más le fastidiara, el que

-¿Alice?

-Dime.

-¿Has escuchado lo que te dije?

-No perdona, estaba en mi mundo.

-Vale decía que por hoy ya vale, seguiremos mañana.

-Vale.

Me dispongo a recoger mis cosas, pero Christopher no se mueve, vuelve a estar absorto en su lectura, como siempre.

-Hasta mañana.

-Hasta mañana.

Y así termina el primer día de clases con don intensito.

Mortem (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora