Capítulo 71 La fiebre

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Empezó con el calor, el calor que inundaba mi cuerpo, una temperatura exagerada. Me giré en cama, pero no podía dormir, abrí los ojos, aún tenía el sabor de óxido en los labios de la sangre que acababa de consumir. Me retorcí con el primer calambre, dolía y ardía, pero no era como una fiebre ni se le acercaba. Sentía como mi pelaje luchaba por salir, los colmillos salían y se contraían de forma convulsa, dolía y ardía a partes iguales. Entraba y salía de fase, una y otra vez, era como estar en un bucle que no se terminaba.

-¡Ali!

Christopher me sujetaba las manos para que no me hiciera daño, pero nada era más doloroso que todo mi cuerpo quebrándose y amoldándose a todas mis formas. Me vino un grito, luego un rugido y algo en un punto intermedio que no supe descifrar. Todo era calor y dolor.

-¡¿Ali me escuchas?! ¡Alice!

-¡Me arde! ¡Quema!

Grité con todas mis fuerzas, él cogió su teléfono y marcó un número, nervioso y asustado, pero sin separarse de mi ni un instante.

-Sí,sí ha empezado, pero sí, está cambiando todo el rato, ¿la fiebre?-Puso mi mano en la frente y controlé mis ansias de hincarle el diente.-Alta, sí, muy alta, casi quema.

Otra ola de dolor y calor, sentí cómo mi columna se retorcía, cómo todo mi ser se rompía poco a poco.

-Está brillando muy fuerte. Vale, sí, sí, no me voy, sí, que me voy a quedar.-Estaba agitado y asustado, para nada preparado para lo que se le presentaba.-Mis uñas se convertían en garras y mis colmillos perforaban mis labios en cada cambio, era doloroso y terrorífico a partes iguales.-La ayuda viene en camino.

Me puso la mano en la frente para intentar tranquilizarme, pero solo sentía el calor, el calor y el dolor. Como si me tiraran a las llamas y me clavaran cientos de agujas. Noté cómo mi cuerpo se elevaba, todo iba demasiado rápido y no estaba segura de que mi tío llegara a tiempo de curarme. Esto daba miedo, estaba en shock, en pánico. Volví a gritar. Christopher intentó contenerme, pero una ola de energía salió de mi cuerpo lanzándole contra la pared. Sentía cómo cada parte de mi ser se descomponía en miles de partes. Se fragmentaba y se recomponía. No venía nadie, no llegarían a tiempo, repetí el conjuro para mis adentros, rezando para que una parte de mi ser se calmara. Omnino Evanescit, Omnino Evanescit,Omnino Evanescit, Omnino Evanescit. Por dios, Omnino Evanescit. Necesitaba que funcionara, necesitaba que funcionara sin la pócima. De pronto un pitido fuerte, todo en blanco, ¿me había roto? ¿Estaba estallando en mil pedazos?

Mortem (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora