Capítulo 9 Nunca, absolutamente nunca le des la espalda a una ninfa.

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Uno de los chicos estaba lesionado, no sabía que los licántropos se podían lesionar, pero así era, así que él sería el árbitro en esta contienda. Me tocó defensa, para mi suerte o mi desgracia. Max era delantero y mi compañera de defensa era Obviamente Emily, la cual no parecía para nada entusiasmada con la idea.

-¿Por qué no podíamos haber escogido algo como bádminton o tenis?, ¡incluso patinaje!

El partido comenzó y me di cuenta a qué se refería Max con lo de la guerra. Las ninfas usaban sus poderes sin discreción ninguna, los lobos usaban su fuerza, pero no llegaban a transformarse al cien por cien. Las hadas también usaban trucos como las ilusiones, me quedé estupefacta cuando vi a uno de la manada saltar por encima de un hada para meter un gol. Miré a Em y esta parecía absorta, miraba a la nada mientras susurraba palabras que no podía entender, ¿estaba haciendo conjuros?

Max se acercó a mí con una sonrisa traviesa:

-¿Planeas quedarte aquí plantada todo el rato? En el futbol va-le-to-do.

Sin pensármelo dos veces comencé a correr, un chico muy musculoso tenía el balón, levanté mis mano y susurré muy bajo:

-Petrificet.

El jugador quedó petrificado y cayó al suelo, lo miré de reojo, pero seguí corriendo. Sorteé un hada que parecía estar gritando, pero no sé bien qué hacía, se escuchaban los murmullos de los compañeros mientras me veían hacer conjuros simples y mover un poco las manos. Uno de los lobos venía de frente, dispuesto a todo, intenté lanzar otro conjuro, pero otro me embistió con fuerza lanzándome al suelo. Max se puso alerta.

-¡Ey, no hagái!

Estiré la mano y dejé que mis uñas crecieran hasta convertirse en garras, agarrando el suelo, me puse en pie y corrí de nuevo al campo ante la estupefacción de todos los presentes. Emily dio un par de pasos al frente.

-¡Tu puedes!

Escuchaba a la gente hablar por lo bajo, susurrar y todas las miradas seguían en mi, pero mis compañeros no dejaron de jugar en ningún momento, algunos duendes intentaron mantener contacto visual conmigo, sus ojos cambiaban de color, pero no había nada más. Seguí corriendo, le pasé el balón a Max, que reaccionó a tiempo y marcó un gol. Grité de satisfacción mientras la profesora hacía sonar el silbato y nos decía que el tiempo de clase había terminado.

-Buen partido.-Ismael pasó corriendo a mi lado, parecía eufórico.

-Lo mismo digo.

Vi como Emily se acercaba a mí, con los ojos como platos.

-¡Has...Has conjurado!

-Eso parece, si.-Me reí, no entendía porqué tanta sorpresa.-Eres bruja ¿no? ¿No conjuráis?

-A todas horas, pero luego

Max se acercó corriendo a nosotras y me levantó por la cintura.

-¡Eres toda un hacha en este juego!¡¿Por qué no lo has dicho antes?!

Me reí, pero al devolverme al suelo todo el mundo me miraba fijamente, en silencio.

-Max vámonos.-Mi amiga le puso la mano en el brazo y nos dirigimos a los vestuarios.

-¿Sucede algo?

Emily nos apartó a un lado mientras el resto de grupos se dividía.

-Alice, tienes que explicarnos qué pasa

Mortem (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora