Capítulo 48 Alisson se ha vuelto loca

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Emily siempre se había considerado alguien invisible, pero desde la pelea en el patio había dejado de serlo para casi todo el mundo, algo nuevo para ella, quizás demasiado nuevo. Sentía las miradas de todos a su espalda y eso no le hacía mucha gracia, quería irse lo más rápido posible de la cafetería antes de que esto se fuera de manos. Dos cafés y un croissant más tarde, la libertad era casi palpable, y casi, porque vio de frente a la más loca y vengativa de todas las brujas que había conocido hasta el día de hoy (que no habían sido pocas): Alisson Duprix. Sé invisible, sé invisible

-¡Eh!

Que no me hable a mí

-Emily.

Nooo

-¿Sí?

Se acercaba como un vendaval, Emily se quedó quieta, no sabía si salir corriendo o enfrentarse otra vez a ella Ismael, tienes unas ex locas, respiró hondo, no quería problemas, pero tampoco se arrepentía de haber defendido a su amigo, aunque eso le costara una posible pelea con todas las brujas de instituto. No pintaba bien el asunto.

-A las cinco, en el patio.

-A las cinco tengo clase

-A las cinco en el patio. Adiós.

Ay, en qué me he metido No sabía si estaba lista para eso, no le gustaban las confrontaciones, se giró y miró el gran reloj de la cafetería, las cinco menos veinte, tenía veinte minutos para comerse su merienda, ir a la biblioteca, decirle a Ismael que no podía hacer la clase de la tarde e irse al patio. Genial, simplemente genial. Estos años los había pasado desapercibida y ahora tenía peleas todos los días.

-Así llegaré a la matrícula de honor, o al cementerio.

Resignada, se puso en marcha, nadie la veía por los pasillos, al ser tan menuda, solo se veía la gran cabellera negra. Llegó a la gran puerta de madera y la empujó. Allí estaba él, imponente, guapo, era muy guapo su amigo, pero solo era eso, su amigo. ¿Quería algo más con él? No lo sabía, no se había parado a pensar en eso hasta el preciso instante en el que lo vio peleando con Alisson. Esas cosas son fáciles de decidir ¿no? Si alguien te gusta, te gusta y ya. ¿Por qué para ella era tan difícil?

-¿Dónde estabas? Has tardado una eternidad.

-Sí, lo siento, te he traído algo de beber.

-¡Café! Oh Em, eres un ángel.

Ojalá ser un ángel, ellos tienen alas y salen volando, pero ella no podía. Los quince minutos restantes fue una clase intensa sobre los orígenes de las especies que ahora habitan el submundo, pero ella solo podía pensar que en breves podría saludar a todos bajo tierra. Miró el reloj, faltaban dos minutos, sería puntual hasta el final.

-Tengo que irme.

-¿Ya? Pero si solo son las cinco.

-Lo sé, pero tengo algo importante que hacer.

Tímida cómo lo era ella, pensar en la idea de una pelea en el patio era casi inconcebible, lo deliberó unos segundos, recogió su material ante la confusa mirada de Ismael.

-¿A dónde se supone que vas?

-A hacer algo importante.

-¿Algo importante?

-Sí.

Ya estaba junto a las estanterías cuando Ismael la llamó de nuevo.

-¿Pero a dónde vas?

Se giró y lo miró con la mejor sonrisa que se podía hacer justo antes de enfrentarse a la ex loca de un buen amigo.

-A darle una paliza a tu ex, nos vemos.

Y así como la nada, se esfumó. Ismael, tardó unos minutos en entender la situación, cogió el teléfono y empezó a hacer llamadas, mientras recogía todo a toda velocidad. Necesitaba detener esa situación lo antes posible.

Mortem (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora