—¡No! —exclamó horrorizado— el príncipe sigue resistiendo —Cerem no mostró ninguna emoción ante la afirmación de su hermano, nada que mostrara alivio o tristeza, la mujer incluso parecía seguir conteniendo la respiración, quizás esperando a que en cualquier momento alguien entrara a la habitación para anunciar el fallecimiento del niño al que tanto amaba— Cerem —llamó Ibrahim haciendo que los enormes y perpetuamente tristes ojos de la sultana se posaran en el— Mustafá estará bien, hay que confiar.—Si... —la mujer frotó su vientre, consolándose a sí misma como ya estaba acostumbrada a hacerlo desde el principio de la enfermedad de su pobre bebé.
Cerem solo esperaba poder abrazar a su hijo al menos una última vez, pero no estaba segura de sí el Sultán le daría la oportunidad.
—Debes comer algo Ibrahim, come o morirás de hambre antes que de angustia
Como pudo, la castaña arrastró al Visir hasta la mesa puesta en un rincón de los aposentos, la comida estaba casi intacta, Cerem apenas había podido obligarse a comer algo mas allá de un poco de pan y vino, el cordero, la codorniz y las especias seguían intacta y aunque estas olía muy bien, la realidad era que el Visir tenia tan poco apetito como su hermana.
Sin embargo, a pesar de su nulo deseo de comer, el hombre partió un poco de pan y tomó algo de cordero comenzando a comer en silencio e incitando a su hermana a comer junto a él. No hubo platica o mas palabras de consuelo, solo un silencio fúnebre y un entendimiento mutuo.
Ambos estaban de luto, a ambos les dolía el corazón, ambos deseaban morir en nombre del niño que pronto fallecería, y ambos se tenían el uno al otro.
Como siempre había sido, como siempre sería.
Las horas pasaron y las noticias fueron nulas.
La horas pasaron y el cansancio los venció.
Las horas pasaron y la angustia consumió sus sueños.
Y luego, cuando la oscuridad de la noche sin luna, comenzó a disiparse por los rayos tenues y brillantes de un sol en un cielo despejado, las noticias all fin llegaron a oídos del par de hermanos.
—MI SEÑORA —la voz poco cordial y desafinada de Aysun despertó de un respingo al Visir quien dormía en una incómoda silla a pocos metros de la cama de su hermana, por otro lado, Cerem apenas se inmutó.
Algo extraño teniendo en cuenta el sueño ligero de la mujer.
Esto inmediatamente alertó al Visir que, lleno de preocupación y terror se acercó a su hermana para comprobar su respiración, temiendo una desgracia que sería la realización de todos sus miedos.
—Cerem —llamó ligeramente alterado— Cerem, Cerem, ¡Despierta! —el pecho de la mujer se movía, pero esta no reaccionaba— Aysun llama- —las palabras del Visir se detuvieron al ver como la mujer se daba vuelta en la cama arropandose y alejándose del toque del hombre.
Ibrahim habría llorado de alivio de no ser por la presencia de la extasiada sirvienta.
—'Ella está bien, ella está viva, ella está bien, ella sigue aquí, no estás solo, tu hermana sigue aquí, tu hermana está con vida' —se repitió a sí mismo, tratando de borrar las vívidas imágenes de las horribles pesadillas de la noche anterior.
—Gran Visir —volvió a llamar Aysun siendo incapaz de leer el ánimo del hombre— deje que nuestra Sultana duerma un poco mas, Beste se quedará con ella usted debe acompañarme ahora —pidió con urgencia.
Aquello solo alarmó mas al Visir pero antes de que este pudiera hacer la pregunta cuya respuesta le romperia el corazon, la sirvienta habló casi entre saltos y gritos —bastante bajos— de alegría.
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El Sultan - Mi Leon
Fanfic-Lo lamento mi Sultan, pero... No hay nada que pueda hacer. -¡¿Que me estas diciendo? Hurrem cerró los ojos resignada e impactada ante las palabras que anunciaban la muerte de una de sus mayores enemigas. -Que Allah reciba a Mahidevran en su reino.