14: ¿Quién soy?

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Hago a un lado las sabanas de la cama y me acuesto dándole la espalda, pero en ese momento unas manos apresan con fuerza mi cintura y tiran de mí hacia atrás.

—¿Qué haces? —inquiero tratando de soltarme.

Introduce sus manos bajo mi camisa y se aprovecha de que no llevo sujetador y toca mis pechos a su antojo. Por instinto me muerdo el labio inferior disfrutando lo que hace. Pero forcejeo fingiendo lo contrario a pesar de que mi temperatura aumenta tanto que vuelve demasiado débil mi lucha. Pues todo lo que mi cuerpo desea es recibir la medicina que él tiene preparada...

—J-Jimin...

En ese momento recibo una fuerte palmada en el trasero que me hace soltar un quejido, pero a la vez reprimir una sonrisa, pues esto en lugar de ser doloroso increíblemente enloquece a mis hormonas.

—¡No tienes que castigarme...! ¡Auch!

Su mano impacta de nuevo contra mi trasero, mientras uno de sus brazos rodea mi cintura haciendo que me apoye sobre mis cuatro extremidades como un perrito.

—B-Basta...

Recibo una palmada más fuerte que me hace quedarme quieta.

—¡No! —chillo fingiendo que no me gusta.

Me da otra nalgada.

—Está bien, n-no quería desobedecer —digo con la voz entrecortada.

Su mano choca con más fuerza contra mis glúteos y aprieto los labios reprimiendo un grito.

—Más por favor —suplico.

Me da otra palmada con más fuerza.

—Amo... —Mi lengua acaricia esa palabra con deseo y volteo a verlo.

Su pecho se mueve agitadamente, por fin me suelta y me mira con satisfacción para luego voltearme haciendo que me acueste boca arriba. De esta manera se coloca en medio de mis piernas y observa mi camisa y short como un recordatorio de lo que debo hacer...

—No me voy a desnudar —aviso con dificultad.

Su expresión se endurece y un brillo malévolo se enciende en su mirada por lo que me remuevo nerviosa.

—N-No lo hare hasta que me hables —aclaro nerviosa.

Aprieta el labio inferior y observa el techo por unos momentos como si tratara de calmarse, pero cuando vuelve a mirarme se abalanza sobre mí y me desabrocha con rapidez los botones de la camisa...

No protesto debido a que el deseo me domina, por lo que cierro los ojos y un gemido se escapa de mis labios con cada apretón que le da a mis pechos. Pronto acerca su boca a ese lugar y lame mis botoncillos para luego morderlos, apretarlos y besarlos con desesperación. En el proceso sujeto su cabeza sintiendo la suavidad de su cabello sedoso y pego más su cara a ese lugar...

MIS SIETE SECRETOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora