32: Tesoro

7.8K 503 72
                                        

|TN|

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

|TN|

Me sorprendo cuando atravesamos la oscura habitación y nos adentramos al cuarto de baño. Nam se detiene y sin decir nada me baja despacio, pero apenas mis pies tocan el piso me abalanzo sobre él y no le permito que se aleje. Con rapidez mis brazos se enlazan alrededor de su cuello y me paro en puntitas para alcanzar su rostro y besarlo. Con dificultad él se acerca conmigo a la pared, enciende la luz y se agacha mostrándose dócil a todo lo que hago, pues sujeta mi cintura con fuerza y se encarga de seguir el ritmo feroz de mis labios.

En un acto desesperado para que no exista la distancia entre nuestros cuerpos lo abrazo con mayor fuerza, mientras mantengo levantada una de mis piernas adoptando una postura similar a la que se tiene cuando se baila tango. Esto me permite sentir más ese bulto que se levanta en su entrepierna y pronto siento que su mano grande se desliza a través de mi pierna levantada, la sujeta y me pega más contra él haciendo una deliciosa fricción que me provoca liberar un gemido...

—Quiero bañarme contigo, Osita —avisa contra mis labios.

—Lo que tú quieras, Oso —digo sin poder contener mis ganas de devorar su boca, pues sus labios carnosos se sienten tan suaves, húmedos y aun poseen el ligero sabor afrutado de su bálsamo.

Lo beso sin parar, pronto su lengua se abre paso en mi boca y con movimientos agiles, circulares se mueve en mi paladar en lo que nuestros labios libran una batalla salvaje, que pronto me deja sin oxígeno. No resisto más, rompo el beso y al instante una horrible sofocación me invade debido a la ropa, pues me siento como si estuviera usando dos abrigos en un día caloroso de verano. Por lo que elijo quemarme desnuda en este infierno y me apresuro a quitarme el jersey, pero sus manos frenan mi intención.

—Deja que yo lo haga —susurra en un tono cargado de deseo.

Sin más se ocupa de quitarme con cuidado el jersey. Una vez lo hace deja caer la prenda en el piso, su intensa mirada recae sobre la blusa y el sujetador que le quedan por quitarme, pero en completa calma acerca su rostro y planta cortos besos sobre mis hombros desnudos.

—Eres deliciosa —afirma en voz baja deslizando sus labios y lengua sobre mi clavícula.

Cierro los ojos y al instante mi respiración pierde su ritmo tranquilo, pues no puedo negar que tiene el talento de hacerme delirar con sus besos. En medio de mi éxtasis siento que sus dedos suben despacio la delgada tela de mi blusa, abro los ojos y lo descubro mirando con deseo lo que hace.

Parece que no aguanta más, pues se agacha con rapidez acercando su rostro a mi abdomen y besa cada centímetro de la piel que descubre... Eso desata unos intensos escalofríos por todo mi cuerpo, reprimo un gemido sintiendo que sus labios recorren con una delicada ferocidad toda la zona, mientras sus manos siguen subiendo mi blusa. Pronto su boca también asciende y se detienen en el centro de mis pechos.

MIS SIETE SECRETOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora