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En otras circunstancias no dudaría en aceptar su propuesta, pero aun distingo el enojo y los celos en su mirada sombría. Por lo que me quedo callada dudando en responder, pues tengo el vago presentimiento de que quizá no salga tan ilesa luego de que me haga lo que tiene en mente.
«Eso estaría genial si no tuviera que ir a trabajar».
—Amo, yo...
Coloca su dedo pulgar sobre mis labios y con eso me silencia.
—Creí que te gustaba todo lo que hacíamos —susurra con ligera preocupación.
—Y me encanta, pero...
Aprieto los labios reprimiendo una sonrisa.
—Tengo miedo —confieso nerviosamente divertida.
Una pequeña sonrisa curva sus labios carnosos y este gesto ilumina un poco su mirada, pues en esta se enciende un mayor interés y deseo que me hacen saber que ahora tiene más ganas de castigarme. Le fascina ponerme en estos estados en los que me domina la incertidumbre, la curiosidad y el miedo a lo que puede tener preparado para darme placer.
—Mírame —ordena en un susurro.
Lo miro a los ojos y apropósito acerco más mi boca a su entrepierna al instante sintiendo que algo se levanta en ese lugar.
—Te encanta jugar con fuego —murmura con una perversa satisfacción.
—Es que se siente demasiado bien tocarte, señor fuego...
Deslizo mis manos a través de sus piernas tonificadas y por sobre la tela del pantalón, me tomo el atrevimiento de acariciar su entrepierna. Lo hago bajo su atenta mirada y lo disfruto demasiado.
—Se siente tan bien cuando me das la libertad de tocarte, Amo, me encanta...
Dejo algunos besos sobre la bragueta de su pantalón y mi acción levanta más su erección. Pero también aumenta la tensión en su cuerpo y noto que por un segundo entrecierra los ojos y se relame los labios, para luego verme con un peligroso deseo.
—¿Soy tu amo?
—Sí...
Asiente despacio.
—Entonces déjame castigarte —insiste con necesidad.
Trago grueso.
—¿No prefieres hacerme el amor? —pregunto divertida.
Su mirada se oscurece y distingo una ligera desesperación en su semblante, pues casi siempre le doy una respuesta positiva e inmediata a esta clase de preguntas.
«Esta vez quiero castigarlo un poco también».
—Quiero hacerte las dos cosas —contesta en voz baja.
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MIS SIETE SECRETOS
RomansaTe casas con uno y también lo haces con sus seis hermanos. Su lema favorito: Lo tuyo es mío y lo mío es tuyo, pero de nadie más... Nadie más puede fijarse en lo que les pertenece. Prohibida su copia u adaptación. II PARTE DE LA HISTORIA