79: ¿Mía? II PARTE

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Libero un gemido y bajo la cabeza sintiendo que sus dedos presionan mi botón de placer, luego se abren paso en mi interior y entran y salen con una rapidez que me hacen casi delirar entre sus brazos.

—Bésame —ordena y con su mano libre hala mi cabello haciendo que vuelva a verlo.

La sorpresa me invade, pues esa clase de palabras es lo que siempre he querido escuchar de sus labios y poder cumplir dicho deseo resulta suficiente para enviar a la mierda mi cordura. Por lo que sin pensar obedezco y estrello mis labios contra los suyos en un beso necesitado, desesperado; que parece hacerlo perder el control también. Pues con la clara intención de dominarme, someterme a él, me besa con mayor ferocidad y su mano se encarga de darme más placer.

En cuestión de segundos pierdo toda la intención de tomar el control, permito que haga lo que quiera con mi cuerpo y mi mente. Pues me limito a deleitarme probando sus labios y sintiendo el movimiento de sus dedos en mi intimidad: ambas cosas crean una combinación peligrosa que esta por romper mi cordura; como también están llevando al borde del colapso mi cuerpo.

Pero la falta de oxígeno me obliga a romper la unión de nuestros labios, gimo con fuerza contra su boca y recuesto mi espalda contra él.

—Bésame... —ordena con mayor necesidad.

Lo hago, pero en poco tiempo la falta de oxígeno y mis ganas de gritar ante el formidable placer que se concentra en mi entrepierna, me obligan a hacer otra pausa, pero esta vez sujeta mi cabello y acerca mi rostro a él para besarme de nuevo.

—Quiero que te vengas besándome —susurra en una orden.

Me dejo llevar por el lento, pero profundo movimiento de sus labios que se encargan de detonar la bomba de placer en mi interior. Pues en pocos segundos llego al clímax y en mi gloriosa liberación puedo sentir como sus dedos se deleitan tocando mi húmeda intimidad, mientras con su mano libre aprieta mis pechos y deja algunas marcas en la zona.

Me quedo quieta entre sus brazos casi al borde de un desmayo, mientras un calor infernal se expande por todo mi cuerpo y en mi lenta recuperación, me doy cuenta de que recibir esos correazos en mi trasero valió la pena.

«Siempre vale la pena ser castigada por él».

—¿Te portarás bien? —inquiere contra mis labios.

Lo miro a los ojos y sonrío.

—Sí...

En ese momento sus manos se deslizan a través mi cintura y luego descienden hacia mi trasero dolorido, no me muevo y vuelvo a adoptar mi postura sumisa sintiendo que acaricia mis glúteos. Pero luego también me da dos fuertes palmadas que me hacen gemir, pues duele y a la vez avivan más la llama del deseo en mi interior.

—Uhm... Esto se ve realmente bien —opina con satisfacción apretando mis glúteos.

Cierro los ojos y trato de asimilar lo que se avecina.

MIS SIETE SECRETOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora