91: Verdad a medias

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Luego del desayuno con las chicas volví a trabajar como si nada, pero a cada instante las cosas que ellas me dijeron se han presentado en mi mente y me torturan de miles de maneras... A este sufrimiento se suman las llamadas y los mensajes incesantes que he recibido de parte de los chicos. En todo el día se propusieron a comunicarse conmigo, pero entre los que más insistieron en llamar fue Suga.

«Después de lo que hizo ahora sí quiere hablar».

Eso no pasara, ya que no pienso hablarle por un tiempo.

«Eso no será nada en comparación con lo que me hizo».

No niego que en alguna ocasión me sentí demasiado tentada en responder las llamadas de los demás, ya que este amor que siento por ellos intenta hacerme abusar de la estupidez. Por suerte mi celular no ha permitido que pueda hacer mucho, pues en ocasiones la pantalla se congela y me resulta casi imposible responder incluso los mensajes del trabajo. Es un verdadero milagro que luego de golpearlo de esa manera aun funcione. A pesar de que tiene la pantalla rota y en algunas ocasiones se congela, logro escribir un mensaje corto y claro al grupo avisando que no pienso llegar al apartamento por cosas del trabajo...

«No quiero volver a ese lugar ni hoy, ni mañana».

Una vez envío el mensaje no me tomo el tiempo de ver las respuestas de los chicos, dejo el aparato en mi bolsillo y me dispongo a guardar mis cosas en mi bolso preparándome para lo de esta noche...

«Las chicas organizaron una pijamada».

No tengo ganas de hacer nada esta noche, pero el hecho de que Jennie asistirá y las posibles cosas que pueden decir me brindan la fuerza para soportar lo que sea hoy.

«Esta vez tendrás que decirme todo Jennie».

Pero no está solamente el hecho de saber lo que ella tiene que decirme lo que me hace sentir ansiosa, pues luego de mucho tiempo vuelvo a asistir a una reunión de chicas como esta. Y soy más consciente de que todo mi mundo ha girado entornó a mis esposos en los últimos años. Y aunque no niego que lo he hecho por voluntad propia y he disfrutado mucho de pasar todo este tiempo con ellos. Creo que ese ciclo está terminando, pues en medio de este dolor puedo darme cuenta de una terrible verdad...

«Sin ellos estoy sola».

Intento contener las ganas de llorar, mientras recojo mi cabello con una coleta y miro la aflicción en mi rostro a través de uno de los grandes espejos del salón.

«Las cosas tienen que cambiar».

En ese instante siento la vibración de mi celular, pero la ignoro y termino de ordenar mi cabello. Pero entonces la insistente vibración del aparato me desquicia, así que lo saco de mi bolsillo y entre el cristal roto miro de quien se trata...

MIS SIETE SECRETOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora