Te casas con uno y también lo haces con sus seis hermanos. Su lema favorito: Lo tuyo es mío y lo mío es tuyo, pero de nadie más... Nadie más puede fijarse en lo que les pertenece.
Prohibida su copia u adaptación.
II PARTE DE LA HISTORIA
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No soporto que quieran controlarme, pues eso únicamente demuestra que no confían en mí y a la vez que esperan que dependa de ellos.
En la búsqueda de mi calma desde mi escondite respiro profundo, pues una mezcla desagradable de decepción y tristeza se agolpa en mi pecho. Por lo que intento calmarme y aunque quiero pensar que ellos no pretenden hacerme esto, verlos sentados planeando en voz baja lo que harán para controlarme, desata mi ira y saca lo peor de mí. Los pedazos de esa chica rebelde que solía ser antes de conocerlos se unen, una voz en mi mente me exige no permitirles esto y en todo lo que pienso es en vengarme...
«Me las van a pagar».
No sé cómo, pero voy a demostrarles que no soy su títere.
«Se van a arrepentir».
Mis manos forman puños cargados de impotencia y me quedo parada conteniendo mis ganas de salir, gritarles hasta quedarme sin voz y llevarles la contraria de todas las maneras posibles. Hacerles saber con insultos que no van a controlarme, pero mi razón frena esas peligrosas ganas y en todo lo que pienso es en hacer algo más inteligente.
«Ya sé».
Encuentro una manera más inteligente de hacerles entender que no van a controlarme, por lo que me oculto detrás de la pared al mirar que ellos se ponen de pie y dejan de hablar en voz baja.
—Quiero algo de comer, veamos que tienes por aquí —dice Jimin avanzando en dirección a la cocina.
Nam lo sigue un poco soñoliento, mientras que Jungkook vacía por completo su copa de alcohol como si buscara con eso calmarse y así camina detrás de ellos. Aprovecho que se alejan de la sala y corro en sigilo hacia el sillón en el que deje mi bolso. Lo tomo con rapidez y de manera silenciosa me precipito hacia la habitación.
Una vez me adentro al oscuro lugar me dirijo hacia el cuarto de baño, cierro la puerta y le pongo el seguro. Por lo que en la completa soledad del sitio respiro más tranquila, coloco el bolso sobre el lavado y sin pensar me apresuro a sacar mi celular. Apenas enciendo la pantalla encuentro varios mensajes sin leer y algunas llamadas perdidas. En su mayoría son de parte de Suga y eso me recuerda que él nunca logra saciarse con las fotos y videos que le envío.
«Siempre quiere más».
Pero no olvido que seguramente estará presente en la reunión que ellos tendrán el día de mañana y eso me quita todas las ganas de responderle, satisfacerlo con otro video de esos que tanto le gustan; en los que llevo poca ropa y le digo cosas sucias. El enojo crece en mi interior al siquiera pensar en recompensarlo a sabiendas de lo que hará, por lo que aprieto el celular entre mis manos bajo la tentación de estrellarlo contra el piso y tomo otra respiración profunda tratando de calmarme.