26: Daddy

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Envuelvo mi cuerpo en una bata de baño luego de haber tomado una larga ducha que al menos alivio el dolor en mis caderas y piernas, por lo que camino mejor. Me acerco al mueble del lavamanos y tomo el secador de cabello para arreglar mi caótica cabellera.

En ese momento miro que Mi rey entra luciendo ya vestido. Lleva puesta una ropa sencilla y práctica, que consiste en una camisa con patrones oscuros debajo de una cazadora negra de cuero y unos jeans oscuros que se entallan a sus piernas tonificadas. Por instinto mi vista recorre su cuerpo, pues sería difícil que algo no le quedara bien con una figura como esa, que destaca el buen uso que hace de las maquinas del gimnasio.

Pero salgo de mi embelesamiento al darme cuenta de lo que trae en la mano, pues de inmediato reconozco ese aparato...

«¡Mi celular!».

Me congelo y por un segundo mi mano temblorosa casi deja caer el secador en el piso.

—Nena, mira lo que...

No lo dejo terminar y me precipito hacia él arrebatándole de las manos el celular.

—¿Qué significa esto? ¿Por qué lo revisas? ¡Dijiste que confiarías en mí! —grito más que furiosa desfalleciendo por los nervios...

Se queda quieto y me mira con perplejidad.

—Nena, no estaba revisando nada solo lo traje porque lo encontré entre las sabanas, creo que lo aplastamos —explica sorprendido.

Lo miro con desconfianza, pero todo lo que detecto en su expresión es más sorpresa y confusión por lo que intento disimular mi pánico. Pues su actitud tranquila por momentos me hace pensar que no miro nada...

Lo confirmo cuando enciendo la pantalla y entro al menú principal. En el fondo me arrepiento por no usar ningún método de bloqueo de entrada, pero respiro más tranquila mirando que todo está normal. Los mensajes siguen sin leer, como también tengo algunas notificaciones de llamadas perdidas; entre ellas dos de Jennie, una de un número desconocido y eso me asegura de que no miro nada.

—No te enojes, te juro que no mire nada, lo traje porque recordé que me bloqueaste por la estupidez que hizo Jin —avisa con fastidio.

Asiento despacio y dejo el celular en el bolsillo de mi bata de baño con la oculta intención de alejarlo de su alcance, quitarlo de su vista. Pero nada logra calmarme, pues a pesar de que lo guardo siento que llevo conmigo un aparato altamente peligroso. Lo que guarda me podría comprometer, acabar con todo y matar por completo su escasa confianza y la de todos los demás.

—Ya veo —digo intentando retomar mi tarea de secarme el cabello.

Sus manos rodean mi cintura y planta algunos besos en mi mejilla de forma cariñosa.

—No niego que sentí tentación de mirar, pero luego recordé que te dije que confiaría más en ti y dejaría mis celos... —dice en voz baja y esboza una pequeña sonrisa mirando nuestros reflejos en el espejo.

MIS SIETE SECRETOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora