Capítulo 95.

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***

Itsuka salió del gran comedor y se dirigió apresuradamente a la cocina para revisar las hierbas que se tuvieran almacenadas.

"Alguna puede haber, aunque si no hay, siempre puedo ir a comprarla al mercado."

Llegó a la cocina y se dispuso a revisar en uno de los muebles que había mas no halló nada que le sirviera.

"Parece que no hay ninguna hierba abortiva. Supongo que tendré que comprarla."

Entonces Kendou se quitó el delantal y  tomó una parte de su propio dinero, el cual tenía guardado en una bolsa.

Una vez que estuvo lista, salió del castillo y se dispuso a caminar hacia la ciudad para dirigirse al mercado, al cual llegó un rato después.

—¡Compren la mejor verdura del mercado!—Gritó una mujer.

—¡El mejor pan está aquí!—Exclamó un hombre.

La de cabello naranja ignoró a aquellos vendedores y se concentró en buscar un puesto de té o hierbas medicinales.

"Ahí hay un puesto de té, tal vez allí tengan algo."

—Buenas tardes, Joven. ¿Puedo ayudarla en algo?—Dijo  con tono amable y educado una señora que regentaba el puesto.

Itsuka la miró y contestó:

—Sí, descuide.

Ella continuó observando las hierbas y se topó con una hierba llamada regaliz, que era común, aunque muy poca gente sabía que podía provocar un aborto.

—Quisiera 100 gramos de regaliz, por favor.

—Muy bien.

La mujer introdujo la hierba en un saco y le dio la siguiente advertencia:

—Antes de nada, le advierto que esta hierba puede provocar un aborto, así que le recomiendo que no la beba ninguna embarazada.

"Por eso precisamente la compro, vieja estúpida."—Pensó molesta.

—De acuerdo, lo tendré en cuenta.

Pagó por la hierba y se marchó de vuelta al castillo.

***

Entre tanto, en el gran comedor, ambas familias continuaban reunidas.

—Daiki, querido. Creo que habrá que vigilarla muy de cerca, no me ha inspirado confianza tanta insistencia en que nuestro yerno comiera algo y saber sus gustos.—Dijo Hiroko.

—Tienes razón, querida. Advertiré a los cocineros y criadas sobre ella.

Escuchando a sus padres, Eijirou se quedó más tranquilo.

—Yo tampoco le quitaré la vista de encima, ella es sospechosa.—Dijo el pelirrojo.

—Yo no bajaré la guardia con ella, quien sabe las intenciones que pueda tener.—Dijo Katsuki.

Los padres del rubio cenizo se miraron entre sí y estuvieron por insistir en que su hijo volviera con ellos a su antiguo reino hasta que finalizase el embarazo de éste, mas no dijeron  nada sabiendo que el híbrido de dragón reaccionaría mal.

"Tal vez no sea conveniente sugerir eso pero puedo proteger a mi hijo de otra forma."—Pensó Mitsuki.

La dom miró a su hijo y lo llamó:

—Katsuki.

El sub la escuchó y se volteó para ver qué quería decirle su madre.

—¿Qué pasa, vieja?

Mitsuki frunció el ceño y, tras regañarlo por llamarla de aquella manera; dijo:

—¿Recuerdas sobre las hierbas venenosas de las que te hablé antes de tu casamiento?

—Sí, recuerdo prácticamente todas.

—Eso es bueno, porque te va a resultar útil. Aunque también te convendría conocer aquellas que son abortivas.

—Vale, ¿tú las sabes?

—Sé cuáles son las más comunes.

—Bien. ¿Y podrías reconocer sus olores?

—De algunas sí.

—Pues debes conocer el de todas.

—¿Y qué planeas? ¿Comprar de todas para que reconozca sus olores o llevarme al mercado para que las huela?

—No lo había pensado así, más bien tenía pensado buscar en la biblioteca de este castillo un libro en el que se pudiera describir el libro pero creo que es mejor idea lo que acabas de decir tú. Así que iremos al mercado para que las huelas, aunque no las compraremos; obviamente.—Dijo Mitsuki.

El dom pelirrojo sentía preocupación por la idea de que su amado oliera plantas tan peligrosas para el bebé, él no podía permitir eso.

—Yo... No estoy realmente cómodo con la idea de que Mi Marnarak huela plantas tan peligrosas, por lo que sugiero lo siguiente: Iré con vosotros y oleré las plantas. De esta manera, cada té o comida que vaya a ingerir Katsuki, será revisada por mí previamente.

La rubia ceniza sonrió y dijo:

—Me parece bien, ¿nos vamos ya?

—Sí, pero antes avisaré a Tetsutetsu para que venga con nosotros.—Dijo Eijirou.

—¿Le vas a avisar?—Vienes tú, ¿acaso no es suficiente?—Cuestionó el sub.

—No, necesitas tanta protección como sea necesaria y él es una buena opción en caso de que yo sea gravemente herido.

—Creo que estás exagerando, Ei.

—No estoy exagerando en absoluto, no sabemos de lo que pueden ser capaces los grupos antimonárquicos.—Ahora voy a avisar de que preparen un carruaje para los cuatro.—Dijo el híbrido de dragón tomando una mano de su esposo para besarla y luego hablar con uno de los criados para que avisasen a uno de los jinetes.

Mientras esperaban, su madre le comentó a Katsuki lo siguiente:

—Parece que Eijirou te trata muy bien, él se preocupa mucho por ti y es muy tierno contigo.

—Sí, Mi dom es el mejor de todos. Aunque a veces siento que me mima demasiado.

—Pero eso es bueno, así sabes que no buscará a otro amante.

—Sí... Odiaría que él buscase a otro sub, realmente no lo soportaría. Lo amo.

Su madre lo observó tiernamente y le acarició el cabello.

—Me alegra que estés tan enamorado y feliz. Hubiera odiado que fueras infeliz aquí.

Pronto Eijirou apareció junto a Tetsutetsu y un jinete para ir a la ciudad.

***

Notas finales: ¡Hasta aquí por hoy!

¡Espero que os haya gustado!




Un matrimonio por la paz.(Kiribaku)(Dom/Subverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora