Capítulo 105.

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***

Cayó la tarde y Eijirou decidió que daría un paseo con su esposo acompañados por varios guardias.

—¿Estás feliz, Mi Marnarak?—Le preguntó el híbrido de dragón mientras ayudaba a su amado a bajar del carruaje.

—Sí, mucho. Gracias, Marnarak.—Le agradeció dándole un beso.

El pelirrojo se sintió muy feliz al recibir aquella repuesta acompañada de un beso.

—¡Te amo tanto!—Realmente consigues enamorarme cada día.—Dijo abrazándolo y dándole muchos besos por toda la cara.

—E-Ei, para. Los guardias y otra gente, nos están mirando.

—Perdón, me emocioné.

Se separó de su marido e iniciaron el paseo escoltados.

—Katsuki, quiero mostrarte la catedral de esta ciudad; ¿te apetece ir?

—Sí pero, ¿tiene algo especial la catedral?

—Su interior está adornado con piedras mágicas a las que, cuando les da la luz solar o lunar, proyectan una luz preciosa.

—¿En serio?

—Sí y te digo que merece la pena verlo.

—Eso es muy interesante, estoy deseando verla.—Dijo con cierta emoción.

El pelirrojo percibió su felicidad y, con una amplia sonrisa, dijo:

—¡Ya lo verás, te va a encantar!

—Si es tan bonito como lo pintas, seguro que sí.

Caminaron hacia la catedral sin ser conscientes de que estaban recibiendo miradas hostiles.

—Míralos, ahí están esos parásitos.—Dijo un hombre perteneciente al nuevo Amanecer Dorado.

Su compañero también los miró y respondió:

—Debemos aprovechar esta oportunidad para llevar a cabo nuestro plan.

—Sí, avisemos al resto. Rápido.

Empezaron a correr tan rápido como podían y que, de esta manera, pudieran emboscarlos.

***

El joven matrimonio tardó un rato en llegar a la catedral, que se encontraba casi vacía en aquellos instantes.

El exterior de la catedral era realmente hermoso con una fachada blanca, adornada con almejas de aspecto inusual y estrellas de mar. Y, por último, su tejado rojo sobre el que se erguía una cruz de bronce.

Al ver la fachada, su marido le había preguntado si era de su agrado, a lo que el sub respondió que haría algunos cambios.

—De acuerdo, le diré tus sugerencias al arquitecto real para ver si se pueden realizar cambios.

—¿Qué? ¿Por mí?

—Claro, yo quiero que te guste cualquier monumento o edificación pública que haya en nuestro reino porque quiero que estés lo más a gusto posible aquí.

El rubio cenizo se ruborizó un poco y le contestó al dom:

—N-No hace falta que me mimes tanto.

—Sí hace falta, eres mi par y yo quiero mimarte tanto como pueda.

A Katsuki le enternecía que su esposo tuviera tantas consideraciones con él hasta el punto de estar dispuesto a realizarle cambios a la fachada de la catedral.

—Eres demasiado lindo, Eijirou.

—Jajaja. Gracias, Mi Marnarak~

Una vez más se dieron un beso.

—Te amo, Eijirou.—Eres el mejor esposo del mundo.

El híbrido de dragón le sonrió y dijo:

—Gracias~

Le dio otro beso y pasaron a la catedral.

Una vez dentro, Katsuki pudo comprobar por sí mismo la belleza del interior de la catedral. 

—Hermosa...—Murmuró el sub maravillado observando el lugar.

El rubio cenizo comenzó a caminar para ver más de cerca las piedras mágicas y la luz que éstas emitían.

"Nunca había visto algo así."—Pensó hipnotizado por la vista que tenía delante.

—Bonito, ¿verdad?—Preguntó su dom que se encontraba tras él.

Katsuki se volteó y le respondió:

—Sí, muy bonito.

Ahora ambos miraban esa vista que les parecía mágica.

***

Varios de los integrantes del nuevo Amanecer Dorado se dirigían a la catedral intentando no llamar demasiado la atención para que su plan de secuestrar al Príncipe Katsuki fuera exitoso.

"Nuestro plan será un éxito y la Familia Real caerá."—Pensó un hombre llamado Stain.

Cuando finalmente llegaron al lateral izquierdo de la catedral, desde el que los guardias no podían verlos.

"No nos ven, perfecto."—Pensó Melissa.

Se acercaron al muro tanto como pudieron y lanzaron hacia arriba unas cuerdas con ganchos para poder escalar y colarse.

En cuanto llegaron a los ventanales superiores, que no poseían cristales; permanecieron quietos durante unos instantes para asegurarse de no ser detectados y, al notar que el joven matrimonio no se percataba de sus presencias, entraron por colgados de las cuerdas.

Eijirou reaccionó rápidamente y abrazó a su sub para protegerlo.

—No te muevas, Katsuki. Los guardias se encargarán de ellos.

Segundos después, los guardias entraron y creyeron que podrían vencer fácilmente a los atacantes, sin embargo; cada vez fueron aparecieron más.

"Voy a tener que ayudar a los guardias y no quiero pero veo que no tengo otra alternativa."—Pensó el híbrido de dragón  apretando los dientes de rabia.

—Katsuki, debo ayudar los guardias pero te dejo esta espada para que te defiendas. Ten cuidado.—Dijo entregándosela.

—Sí, no te preocupes.—Tomó la espada y se enfrentó a varios soldados, mas bajó la guardia por unos instantes que fueron suficiente para que dos integrantes del Amanecer Dorado lo apresaran.

—¡Dejadme en paz, estúpidos!—Gritó el rubio cenizo al verse capturado por dos hombres que se lo querían llevar por una de las ventanas.

El dom se giró e iba a enfrentarse a los atacantes que querían llevarse a su amado pero, cuando estaba a punto de llegar a ellos, sintió una puñalada en su costado; dando como resultado que el susodicho cayera al suelo.

—¡Eijirou!—Gritó el sub desesperado al ver a su marido acababa de ser apuñalado.

Intentó soltarse para ir hacia su amado mas uno de ellos dijo:

—Qué molesto es este estúpido sub.

—Sí, vamos a dormirlo.—Dijo dándole un golpe en la nuca, dejándolo inconsciente.

Una vez cumplido su cometido, se marcharon con el príncipe en sus brazos.

***

Notas finales: ¡Hasta aquí por hoy!

¡Espero que os haya gustado!



Un matrimonio por la paz.(Kiribaku)(Dom/Subverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora