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—Vaya, parece que tuvimos una noche muy movida —dijo Hei Xuantang viendo a Qi Rong.

Wu Xi se acercó al fantasmas y acomodó su cabello, de tal forma que no se notaran los moretones que alcanzaban a verse en su cuello.

—No te preocupes —dijo ella—. Estamos acostumbrados al ruido. 

—Más de lo que imaginas —intervino Hei Xuantang—. Cómo sea, solo veníamos a decirte que Hei Yunxing acaba de despertar.

—¿Y qué estamos esperando? —soltó Qi Rong—. Vamos. 

Los tres se dirigieron a la enfermería, donde se encontraba Qiancheng al lado de Hei Yunxing. Qi Rong se presentó, explicó brevemente qué estaba haciendo allí y finalmente preguntó:

—Así qué, ¿donde está esa alabarda?

Hei Yunxing parecía apenado, suspiró con pesadez y dijo:

—Lo siento, pero esa alabarda nunca estuvo aquí.

Todos los presentes se quedaron estupefactos al oírlo. 

—¿Qué? ¿¡Cómo que no!?

Qi Rong hizo un esfuerzo sobrehumano para no saltarle encima a Hei Yunxing para retorcerle el cuello. Para fortuna de todos los presentes, Lang QianQiu apareció oportunamente y puso sus manos sobre los hombros del fantasma, dándole contención.

—El Reino del Alma Muerta ha sabido defenderse solo —dijo Hei Yunxing—. Así que cuando el príncipe heredero de WuYong vino aquí con el arma, el que era emperador en ese entonces creó un ardid para asegurar el arma. Le hizo creer a todos que la alabarda Diyu estaba oculta en su mansión, pero en realidad Jun Wu la llevó a otro lado. A una secta marcial alejada de las Llanuras Centrales.

—¿Cuál es el nombre de esa secta? —preguntó Lang QianQiu.

—Se le llama secta Woyun. Deben tener una pequeña escultura de mimbre, con la forma de un fénix, para que se las entreguen sin peligro.

Qi Rong se soltó del agarre de Lang QianQiu y salió del lugar, visiblemente frustrado. Es que ya lo sabía, se lo veía venir: esto era otra maldita pista en falso, solo los habían traído dando vueltas como imbéciles. Sintió la ansiedad apoderarse de él al pensar en Gu Zi, en todo el tiempo que estaba pasando lejos de él por culpa de ésta búsqueda inútil. ¿Por qué todo se ponía más difícil cuando las cosas parecían llegar a su fin? No era justo. 

El Supremo respiró hondo. No había tiempo para lamentaciones de mierda; mientras más pronto se fueran, más pronto volvería junto a su hijo. Solo quedaba una cosa por responder. Qi Rong volvió a la habitación y sin miramientos le preguntó a Hei Yunxing:

—¿Dónde está exactamente la secta Woyun?

*****

Todos los oficiales celestiales dieron un grito cuando vieron a Qi Rong llegar a la capital celestial junto a Lang QianQiu. Los murmullos entre ellos no se hicieron esperar, preguntándose qué hacía el dios del este junto a un Supremo. Uno que, además, había matado a su familia. ¿Lo había presionado de algún modo?

—¿Qué mierda está mirando? —le gritó Qi Rong al oficial que se le había quedado viendo fijamente—. ¡Quítese!

Ambos entraron al palacio de la Literatura, al verlos, Ling Wen sintió como si algo en su cabeza explotara. De ser mortal, habría caído muerta en ese instante.

—Ling Wen, necesito ver los mapas de las sectas que se encuentran fuera de las Llanuras Centrales —pidió Lang QianQiu.

Nadie tenía idea de dónde estaba la secta Woyun, así que tendrían que buscar por sus propios medios.

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Qi Rong aplicando la de Blitz: hola, qué mierda me ve JAJAJAJAJAJAJAJA

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora