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Qi Rong estaba extrañamente inquieto y no entendía por qué.

Lang QianQiu había mantenido su palabra y no se había aparecido por allí, Lu Qingyu tampoco había asomado la nariz para causarle problemas a Gu Zi y Mo Ran finalmente había creado un antídoto para su hijo, además de que en este periodo del año no recibía tantas plegarias como de costumbre por lo que podía estar relativamente tranquilo.

¿Entonces por qué sentía que algo no andaba bien?

Gu Zi tenía 15 años y los gemelos Su habían cumplido 21. La diferencia de edad no era inconveniente para ellos que habían crecido prácticamente juntos y se habían vuelto inseparables. Qi Rong notó con desconcierto que ese malestar suyo aumentaba al pensar en los gemelos, y más concretamente cuando pensaba en Su Ziming por lo que decidió ir a buscarlos. Pero en cuanto llegó a casa vio a los jóvenes luchando contra un fantasma y corrió hacia allá sin pensarlo demasiado. El fantasma verde tomó su látigo y lanzó un golpe hacia aquel intruso en el momento justo que se dirigía a Su Ziming con una mano hecha garra en lo que iba a ser un ataque mortal, sujetando la muñeca con el látigo deteniendo así su intento. El fantasma volteó hacia él y un gesto de sorpresa se formó en su rostro al verlo. 

— ¿Rong-er?

Qi Rong se quedó estático mientras la cara de esta persona aparecía en sus recuerdos. Sus ojos se ampliaron al reconocerlo y el látigo que sostenía la muñeca del otro se soltó… solamente para ser lanzado hacia su cara. El fantasma retrocedió lanzando un alarido de dolor y Qi Rong siguió golpeando sin darle tregua a defenderse ni mucho menos atacar hasta que el invasor se alejó de allí con la cola entre las patas.

— ¡Jodida mierda!— gritó Qi Rong con furia lanzando un latigazo al suelo.

¿Por qué seguían apareciendo fantasmas de su pasado?

πππππ

— Rong-er. 

Qi Rong conocía esa voz, y no auguraba nada bueno. La última vez que escuchó esa voz, su dueño había insultado a su madre diciéndole entre otras cosas que había arruinado el prestigio de su familia y que él se encargaría de arreglarlo. El tono con el que había dicho eso último le dio escalofrío y su madre le advirtió que no debía estar cerca de él.

— Tu tío está aquí. Va a llevarte a casa.

"Pero tú también eres mi tío", pensó el niño mientras se apretujaba aún más en su escondite. Se escuchó un fuerte golpe y se llevó una mano a la boca para no hacer ruido.

— ¡Mocoso de mierda!— gritó el hombre—. ¡Sal de una buena vez para que pueda arrastrarte de vuelta a la mugrosa pocilga donde perteneces!

Qi Rong contuvo la respiración, apretujándose en el interior del baúl donde estaba hasta ser prácticamente una bolita temerosa y asustada.

— Si no sales me encargaré de que tu vida en el palacio sea una pesadilla, te lo juro por todos mis ancestros.

El niño no se movió, y eventualmente se quedó solo en la habitación nuevamente, pero aún así no se atrevió a salir. Y entonces se llevó una sorpresa al escuchar esa voz de nuevo.

— Rong-er, no olvides que me gustan los niños. Me gustan mucho los niños. Y si te quedas, apareceré en tu cuarto para jugar y no te va a gustar.

πππππ

— Rong-er.

Ye HuangFei sujetó la muñeca de Qi Rong con delicadeza y él soltó el látigo. Llevaba tanto tiempo golpeando cosas con el arma que nadie podía acercarse más que ella, y cuando ya no hubo peligro los demás se acercaron. 

— ¿Les hizo algo?— preguntó mirando a los gemelos.

— No— se apresuró a responder Su Jinwei—, pero Gu Zi…

— ¿Qué pasó con él?— preguntó Qi Rong con una ansiedad cada vez mayor.

Su Jinwei señaló la casa. Qi Rong se separó de Ye HuangFei y corrió al interior buscando a su hijo hasta que lo encontró en su habitación. El chico tenía la túnica desabrochada, el cabello revuelto y había marcas violáceas en sus brazos y en su cuello. Al ver a Qi Rong se cubrió rápidamente y bajó la cabeza.

— Lo siento, papá— dijo—. No soy tan fuerte…

— ¿Qué más te hizo?— preguntó Qi Rong yendo a su lado—. ¿Acaso….?

— No hizo nada— dijo—. Trató de besarme, pero yo no lo dejé. Entonces me mordió, y me sujetó…

Gu Zi comenzó a temblar.

— Dijo que si yo no hacía lo que decía iba a matarlos a todos— dijo con un sollozo—. Seguí sin ceder y entonces…

— Ya, ya, ven aquí— dijo Qi Rong abrazando al muchacho—. Ya pasó.

Gu Zi se echó a llorar, y el corazón de Qi Rong se hundió hasta el abismo con cada sollozo del muchacho. El asunto no había pasado a mayores, por suerte, pero Qi Rong no iba a dejar las cosas así, para nada. Ese bastardo se las iba a ver con él, sin duda alguna.

❁❁❁❁❁

Nadie tema, no va a haber abuso. Solo necesito otro aliciente para el sendero que Qi Rong va a tomar en su intento de convertirse en Supremo.

Y claro, necesito sacudirle otro trauma a Qi Rong en la cara, aunque este va a ser inventado.

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora