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Cuando Lang QianQiu regresó al Reino del Alma Muerta junto a Xie Lian, se encontró un alboroto en el lugar. Por un momento temió que hubiera una invasión o algo así, pero no supo si lo que le dijeron sería algo peor.

—Xiao Jing se fue y no ha vuelto —le dijo una temblorosa Wu Xi.

—¿Cómo que se fue? —preguntó Lang QianQiu.

Wu Xi le explicó toda la situación, y luego se echó a llorar.

—Seguro debe pensar que lo odio —dijo.

—Iré a buscarlo —dijo Lang QianQiu. Miró a Xie Lian y añadió—. Ah, señorita Wu, este es mi maestro, él está buscando a su hermano Ruo.

—Ah, claro —dijo Wu Xi.

Xie Lian siguió a la muchacha, mientras que Lang QianQiu se dirigió al reino subterráneo. No le tomó mucho encontrar la casa ruinosa que Wu Xi le describió, encontrando un montón de ciempiés cuidando el lugar, además de otros insectos alrededor. El hueco en la pared seguía allí, y el dios pudo ver una llama verde flotando en el lugar. Los insectos formaban una barrera tan gruesa que no podía pasar por allí sin pisar alguno de ellos, por lo que Lang QianQiu decidió romper el silencio con una exclamación que, en el silencio imperante del lugar, se escuchó como un grito.

—¡Qi Rong!

No hubo respuesta. Tampoco esperaba que la hubiera: Lang QianQiu conocía a Qi Rong lo suficiente para saber que, cuando se sentía herido, no aparecería hasta que lo hubiera asimilado todo o decidiera que no le importaba. Aún así, decidió insistir.

—¡Qi Rong! ¡Sé que estás ahí!

Los insectos le abrieron paso, y el dios del este avanzó con seguridad hasta entrar a la casa, dirigiéndose hacia la llama fatua que había visto en el exterior. Y allí vio a Qi Rong, hecho un ovillo en una esquina. El fantasma se había quedado dormido, hecho un desastre desaliñado; y por un momento el dios temió por su integridad hasta darse cuenta de que probablemente había terminado así por su exabrupto.

Lang QianQiu se acercó para cargar a Qi Rong y se dio cuenta de que sujetaba algo entre sus brazos, aferrándolo con fuerza, como si temiera soltarlo por accidente y perderlo irremediablemente. Lang QianQiu lo sujetó con cuidado y después salió del lugar, asegurándose de no pisar ningún insecto.

*****

Cuando Qi Rong despertó, se encontró en su habitación dentro del palacio real. Lo último que recordaba era estar despotricando a la nada en el bosque antes de volver a la vieja mansión Hei. Qué estúpido, estúpido era, el hecho de haber tenido cosas buenas en QingDeng no quería decir que tendría cosas buenas en todos lados todo el tiempo; bastó un momento como Supremo para que la gente que conoció quisiera alejarse de él.

Qué mierda. Qué jodida mierda. No dejaba de pensar que, a pesar de los siglos transcurridos, seguía siendo una molestia para todos los que conocía. Estaba mejor solo.

Pero aún seguía teniendo a Gu Zi. Y también tenía a Su Ziming y a Su Jinwei.

La puerta se abrió. Para sorpresa de Qi Rong, Wu Xi corrió hacia él y saltó a la cama, abrazándolo con fuerza.

—Lo siento, lo siento —dijo—. Jamás pensé mal de ti. Quiero que sigas siendo mi amigo.

—¿No me tienes miedo? —preguntó Qi Rong.

—No, no. Eres muy adorable en realidad.

—¿¡Qué!?

Qi Rong se enfurruñó, Wu Xi se soltó a reír y ambos comenzaron a jugar. Fue entonces que, de los pliegues de la túnica de Qi Rong, se apareció aquello que había rescatado de la mansión Hei: era una figura de mimbre con forma de fénix. Al sacudirla, pudieron notar que había algo adentro.

En ese momento Lang QianQiu entró a la habitación, arqueando una ceja al ver a Wu Xi encima de Qi Rong, y dijo con frialdad:

—¿Interrumpo algo?

— ¡Nada! ¡Nada! —exclamó Wu Xi, completamente sonrojada, y salió rápidamente dejando solos al dios y al fantasma.

Qi Rong y Lang QianQiu se miraron fijamente uno al otro. El Supremo de los bosques se sintió reconfortado al ver las notables diferencias entre este dios y la ilusión creada por Sun Qiao, se felicitó internamente por haberse dado cuenta a tiempo y solo así se sintió con ánimos para molestar a Lang QianQiu.

—Como que huele mucho a vinagre, ¿no crees? —dijo el fantasma, fingiendo demencia.

Lang QianQiu se sonrojó, y Qi Rong corrió hacia él, saltando en sus brazos.

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¿Se acuerdan de esa escena en The Untamed donde Lan WangJi encuentra encimados a Wei WuXian, Jiang Cheng y Nie HuaiSang? Pues así

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora