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Un estruendo poderoso se escuchó fuera de la residencia casi al amanecer. Creyendo que se trataba de un ataque, Qi Rong y Lang QianQiu se levantaron de golpe y salieron corriendo esperando ver el mundo arder...

Y se encontraron con Gu Zi luchando contra Mo Tianliao.

La explosión había venido de un ataque de Mo Tianliao hacia Gu Zi, el joven había esquivado una serie de dispositivos explosivos y en ese momento estaba parcialmente cubierto del polvo que se había levantado por el mismo. Tanto el Supremo como el dios iban a intervenir, pero QingTong los detuvo repentinamente.

—Su hijo pidió esto —dijo—. No intervengan.

—Espera, ¿qué? —dijo Qi Rong.

—Es un duelo de práctica —dijo Lang QianQiu, que estaba más alerta.

La nube de polvo desapareció repentinamente, y para asombro de todos, Gu Zi apareció con un par de alas vistosas en su espalda. Era como un ángel de fuego, cuyas alas se curvaron frente a él creando un escudo que bloqueó el siguiente ataque del señor demoníaco con una excelencia impecable. Al segundo siguiente, el joven maestro fénix emprendió el vuelo, manteniéndose en esa forma híbrida, y desde el cielo lanzó una andanada de plumas, que se convirtieron en filosas cuchillas en cuanto llegaron a su objetivo.

La mayoría se encajaron en el suelo. Solo unas pocas terminaron en la piel de Mo Tianliao, pero éste no parecía muy adolorido al respecto. Entonces, otra persona se acercó e intervino, diciendo:

—Suficiente.

Todas las miradas se dirigieron a él. QingTong se acercó a él y dijo, con una reverencia:

—Maestro.

—Venerable Señor Demonio —dijo Mo Tianliao, con la misma reverencia.

Qi Rong y Lang QianQiu se miraron sin entender, mientras que Gu Zi se acercó al recién llegado e hizo un gesto de saludo.

—Saludos. Soy el maestro Qi LianHua. ¿Es usted el señor Qing Ming?

—Chico listo —dijo Qing Ming, soltando una leve risa—. Así es. Creí que no volvería a ver a un nuevo maestro fénix.

—¿Usted conoció a Lu Linghe? —preguntó Gu Zi, emocionado.

Qing Ming asintió, añadiendo:

—Y a su hermano, Lu Qingyu. Es una desgracia lo que sucedió con ellos. Eran los hermanos más unidos que hubiera conocido...

El hombre no entró en más detalles, solamente negó con la cabeza y volteó hacia Mo Tianliao, mirándolo en silencio por un momento antes de preguntar:

—¿Te gustaría echarle un vistazo a la alabarda Diyu?

Fue como si a Mo Tianliao le hubieran dicho que podría pasar el resto de su vida dedicándose a la artesanía sin preocuparse por nada más: la emoción del hombre era palpable, poco le faltaba para saltar de la alegría. Si QingTong no le hubiera jalado del pelo, seguramente lo habría hecho.

—Te han hecho una pregunta, discípulo tonto —dijo.

Mo Tianliao estaba tan feliz que no le dio importancia al dolor del jalón.

—Sería un honor para mí —dijo.

—Entonces vamos —dijo Qing Ming—. Sus Excelencias, vengan, por favor.

Qing Ming dio media vuelta, comenzando a andar, siendo seguido por todos los presentes.

❁❁❁❁❁

Juro que sé lo que estoy haciendo... aunque parezca que no (?)

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora