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Gu Zi había cumplido los 13 años cuando el peligro vaticinado por la Impermanencia Blanca apareció. Y de nuevo, el día había comenzado de lo más normal para ellos.

— Quiero ayudar a papá.

Qi Rong hacía su mejor trabajo como deidad, pero había veces que simplemente no le alcanzaban los clones para encargarse de todas las plegarias que le llegaban al día, ya no digamos por semana e incluso por mes. Definitivamente ser una persona adorada por todos era un trabajo demencial.

Tal vez por eso Jun Wu enloqueció y terminó incendiando la capital celestial, quién sabe.

El caso es que Gu Zi había adoptado la preocupación altruista de Chu WanNing y decidió que era una buena idea ayudarle con sus plegarias cuando tenía doce años y como Qi Rong era incapaz de negarle nada a su hijo barato aceptó. Sería cuestión de tiempo para que Su ZIming y Su Jinwei quisieran ayudar también, pero en este caso el fantasma decidió esperar a que Ye HuangFei diera su autorización para ello, lo cual obviamente consiguieron.

Así que, en este caso particular, Gu Zi acompañó a Qi Rong a las tierras que la aldea había conseguido para sus cultivos ya que según esto, había una plaga que se estaba comiendo el arroz.

— ¿Esta gente me vio cara de fumigador de plagas o qué?

— Te veneran como su dios, así que creen que sería sencillo para ti lidiar con algo como esto— explicó Gu Zi—. Yo también creo que papá es genial y podrá resolver esto con un chasquido de los dedos.

Qi Rong soltó una carcajada acariciando la cabeza de Gu Zi y se internaron en los cultivos en busca de lo que sea que se estuviera comiendo los cultivos.

— ¿Qué esto no debería resolverlo la Señora de la Lluvia?— preguntó Qi Rong de repente.

— No realmente— dijo Gu Zi, llevándose una mano al mentón con gesto pensativo—. La Señora de la Lluvia garantiza el crecimiento de los cultivos, pero su influencia no va más allá. Creo que hay otros oficiales encargados de eso.

Qi Rong puso los ojos en blanco y siguió con lo suyo. Estaba tan inmerso en lo suyo que no se dio cuenta del momento en que perdió de vista a su hijo hasta que de repente escuchó el grito aterrorizado del adolescente.

— ¡Papá! ¡Ayuda!

"Mierda", pensó Qi Rong corriendo hasta el sitio donde se encontraba su hijo. Qi Rong vio a Gu Zi en el suelo, con un brazo lastimado, y frente a él se encontraba una persona vestida de verde olivo con una hoz en la mano cubierta de sangre.

— ¿Creíste que no te encontraría?— dijo alzando la hoz.

Jodida mierda. Qi Rong se interpuso entre ellos de modo que la hoz se encajó con fuerza en su hombro. Esta persona resultó ser un hombre joven con rasgos refinados y distinguidos, con una apariencia etérea que lo hacía parecer el joven maestro de una secta inmortal, alguien a quién no debía ofenderse a la ligera.

Bueno, Qi Rong es experto en ofender gente a diestra y siniestra sin importarle las consecuencias.

— ¿Quién te dijo que podías lastimar al hijo de este ancestro, cabrón?

Las cejas del joven se elevaron en un gesto crispado. Nunca, en sus más de mil años de vida, alguien se había dirigido a él de manera tan vulgar. Qi Rong sonrió lanzando un golpe al pecho del hombre con el canto de la mano con lo que lo alejó súbitamente, lo que provocó que la hoz desgarrara su carne separando su brazo aparatosamente de su hombro. Dolió, pero el fantasma no le dio importancia: ya estaba muerto, no podía pasarle nada peor. El hombre escupió un poco de sangre que manchó su imagen perfecta, y sus ojos brillaron con ira dispuesto a atacar. Pero Qi Rong, que había aprendido a no darle tregua a nadie gracias a las cientos de palizas recibidas de Hua Cheng, atacó nuevamente lanzando una llamarada de fuego verde que carbonizó el rostro del atacante obligándolo a huir.

En otras circunstancias, Qi Rong habría celebrado por todo lo alto. ¡Nunca se había sentido tan poderoso! Pero ahora simplemente reajustó sus carnes desgarradas cubriéndolas con un trozo de su túnica y cargó en brazos a Gu Zi, que comenzaba a delirar presa de una fiebre repentina. La celebración tenía que esperar, debía llevar a Gu Zi para que curaran sus heridas.

πππππ

Chu WanNing y Ye HuangFei salieron de la cabaña de la mujer, donde Gu Zi descansaba. Qi Rong se acercó a ellos rápidamente con preocupación y antes de que pudiera preguntar la mujer lo tranquilizó acariciando su cabeza.

— Ya está bien. Está durmiendo.

— ¿Qué le pasó?— preguntó Qi Rong-.

Ye HuangFei miró a Chu WanNing y él explicó:

— Sus heridas fueron envenenadas. Es posible que el arma con la que fue atacado hubiera sido impregnada con alguna toxina.

— Entonces mire esto— dijo Qi Rong destapando su hombro lastimado.

La piel pálida del fantasma estaba surcada por una fea herida negra. Ye HuangFei se llevó las manos a la boca con un gesto de preocupación y corrió dentro para ir por el material de curación mientras Chu WanNing revisaba la herida con ojo crítico. Al poco tiempo negó con la cabeza y se apartó.

— Esto es algo que no he visto antes.

— Lo contrario sería extraño, Chu-zhongzhi.

Qi Rong arrugó la nariz con disgusto reconociendo la voz de Fan Wushe. La Impermanencia Negra miró la herida necrótica del fantasma y negó con la cabeza.

— Ese es un veneno de un tipo muy especial, creado para deshacerse de un solo ser en esta tierra— dijo.

Ye HuangFei salió y comenzó a curar a Qi Rong. El fantasma mantuvo la mirada fija en el visitante y preguntó:

— ¿Qué sabes al respecto?

— Yo no conozco la historia— dijo Fan Wushe encogiéndose de hombros—. Es probable que el hermano mayor la sepa, él tiene más experiencia en asuntos del inframundo.

— ¿Y dónde mierda está Bai Wuchang?

— Aquí.

Xie Bian se acercó. Tenía la ropa desgarrada, lo que provocó que Fan Wushe se acercara a él con preocupación.

— Estoy bien— dijo—. Traté de atraparlo pero no alcanzó a escapar.

— ¿Quién?— preguntó Qi Rong con impaciencia—. Y no quiero trucos de mierda, mi hijo fue herido por ese maldito bastardo y no voy a descansar hasta comerme su jodido corazón.

— Para eso tendrías que ser un Supremo— dijo Fan Wushe con tono burlón—. Solo un Supremo Rey Fantasma tiene el poder para derrotar a uno de los diez Generales Fantasma del inframundo.

— ¿Qué?

— La persona que busca a tu hijo es uno de los pocos generales fantasmas del inframundo que puede andar entre los reinos sin necesidad de un cuerpo o un arma del alma— dijo Xie Bian—. Su nombre es Lu Qingyu, conocido en el reino fantasma como Shé Wang.

Qi Rong abrió los ojos con sorpresa. Había oído hablar de esa persona pero nunca esperó encontrarla de este modo. ¿Qué quería el General Serpiente del inframundo con su hijo?

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora