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Qi Rong se acercó a Zhu Fuzhou, mirando a Gu Zi practicar la espada con Murong Chuyi y Ye WangXi. Aprovechando que, en ese momento, la atención de todo el mundo estaba en el adolescente, el Supremo de verde preguntó al maestro pavorreal:

—¿Será buena idea dejarlo aprender técnicas demoníacas?

Gu Zi seguía insistiendo en aprender la técnica de meterse en sueños ajenos y Luo BingHe había comenzado a enseñarle tras obtener el beneplácito de Qi Rong. Sin embargo, el fantasma tenía sus dudas al respecto: lo que menos quería era que su hijo terminara siendo afectado por el resentimiento demoníaco. Zhu Fuzhou sonrió y asintió levemente, diciendo:

—De hecho, es lo ideal. Como maestro fénix, puede manejar tanto técnicas demoníacas como técnicas divinas sin que se vea afectado por nada. Además, tomando en cuenta que aún hay quienes lo persiguen, mientras más armas tenga a su alcance, será mucho mejor.
—¿Tenemos alguna noticia de Bai Wuchang y el imbécil de su novio?

Lang QianQiu había puesto a Qi Rong al corriente sobre la situación del hoyo en el este. Zhu Fuzhou negó con la cabeza y dijo:

—El juez Mo y el juez Murong han tratado de contactarse con ellos, pero no ha habido suerte. Tal vez tenían razón y Shé Wang sí se ocultaba allí.
—Pues espero que lo hayan devuelto al inframundo —dijo Qi Rong.
—¡Papá! —exclamó Gu Zi con emoción—. ¡Mira lo que puedo hacer!

El joven sostenía una espada corta, y con un simple giro de la mano la hoja se prendió fuego. Usando la mano libre, Gu Zi manipuló el fuego, creando un gran dragón que se disolvió en el aire. Qi Rong sentía algo de temor por el fuego, pero debía admitir que eso había sido impresionante.

—¡Ese es mi muchacho! —exclamó el fantasma con orgullo.

Gu Zi sonrió. Estaba seguro que esta vez podría ser un maestro fénix y hacerse cargo de la secta como era su deber. Pero aún había cosas que hacer antes de eso. Tenía que crecer más, ahora parecía de 15 años, así que debía esperar mínimo otros cinco años; tenía que convencer a su Lang-yifu que no asesinara a su papá, y tenía que ser más fuerte para enfrentar al maesteo serpiente.

Y lo más importante: debía ayudar a su papá a deshacerse de Moling Su. ¿Pero cómo lo iba a hacer? Qi Rong se acercó a Gu Zi y pellizcó su mejilla, diciendo:

—¿Qué haces?
—Pensar cosas de adultos —respondió Gu Zi, lo que hizo que Qi Rong rodara los ojos con fastidio.
—Deja a los adultos pensar esas cosas —dijo—. Tú vete a jugar o algo así.
—Pero, papá…
—Pero nada. Algún día tendrás que preocuparte por tus obligaciones, pero no será hoy, ¿comprendes?

Gu Zi hizo un puchero, lo que provocó que Qi Rong pellizcara su otra mejilla.

—¡Papá!
—Es tu culpa. ¿Quién te manda a ser tan adorable?

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Consideremos esto como una antesala bonita antes de que se armen los trancazos jajajajajajajaja

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora