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La estancia era de paredes blancas que brillaban con una potente energía espiritual, toda concentrada en un solo lugar: una majestuosa alabarda, con un asta de jade de dos metros de largo; con una punta de lanza como peto superior, una cuchilla transversal con forma de hoja de hacha por un lado, y otro peto de punza o de enganchar más pequeño por su opuesto, todo finamente bañado en un rojo opaco y apagado.

Era un arma divina única en su tipo. Mo Tianliao fue el primero en acercarse y observó el arma de un lado a otro, fascinado.

—Lu Linghe era un gran maestro artesano —susurró con embeleso.

—Ahora, todo el mundo atrás —indicó Qing Ming, señalando a Qi Rong y Gu Zi—. Excepto ustedes dos.

Hubo un gran intercambio de miradas entre todos los presentes. Lang QianQiu sintió una pizca de preocupación, mezclada con el temor. Qi Rong lo miró a los ojos y trató de hacer un gesto de calma, indicando que no pasaba nada, pero la verdad era que él también estaba preocupado por lo que fuera a pasar ahora.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó el Supremo.

—Diyu es un arma que se alimenta con doble energía espiritual —dijo Qing Ming—. Ha estado recargada de energía normal en este sitio, pero necesita energía fantasmal ahora para funcionar por completo. Tómela, y al mismo tiempo su hijo debe tomarla.

Gu Zi tragó saliva, sintiendo temor de lo que fuera a suceder.

—Papá...

—No te preocupes —dijo Qi Rong—. Este ancestro no va a dejar que te pase nada. Ven, hagamos esto juntos.

—Está bien.

Ambos sujetaron el asta de jade al mismo tiempo, y una luminosidad antinatural se tragó la estancia, cegándolos a ambos. Cuando su sentido de la vista regresó, se dieron cuenta de que se encontraban en una habitación completamente diferente: era un dormitorio elegante, con una gran cama de dosel en el centro de la misma. Gu Zi se acercó a Qi Rong, sujetando su brazo como si buscara refugio a su lado.

—¿Acaso tienes tres años? —dijo el Supremo, pero se soltó del agarre de Gu Zi para rodear sus hombros con el brazo.

—No me gusta nada esto —dijo Gu Zi.

El sonido de pasos llamó su atención, y una puerta se abrió dejando entrar a un chico, de unos trece años, que saltó a la cama exclamando alegremente:

—¡Gege!

El chico, dos años mayor, gruñó en respuesta antes de levantarse, somnoliento, y se frotó los ojos ahogando un bostezo. Apenas abrió sus ojos, de un brillante verde intenso, Qi Rong y Gu Zi se sorprendieron.

Ese chico era Lu Qingyu.

❁❁❁❁❁

Nada como un momento padre e hijo con un gran flashback de fondo (?)

Ahora, les presento una alabarda: 

Nada más imaginenla toda de rojo y con la lanza más larga de lo que se ve en la imagen, y ya tienen la alabarda Diyu <3

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Nada más imaginenla toda de rojo y con la lanza más larga de lo que se ve en la imagen, y ya tienen la alabarda Diyu <3

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora