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Gu Zi tenía diez años cuando el día que Qi Rong temió finalmente había llegado.

El fantasma estaba ocupado preparando comida ya que su familia humana vendría a acompañarlo para comer. Debido a que había empezado a cultivarse debidamente, la afición de Qi Rong por la carne había desaparecido completamente, sobre todo tomando en cuenta su nueva afición a devorar corazones de fantasmas para aumentar su poder.

Detalles.

El caso era que había decidido preparar sopa de costilla de cerdo para Ye HuangFei y sus hijos, y estaba muy ocupado picando la verdura cuando la puerta fue abierta con estrépito. Al principio no le dio demasiada importancia ya que Gu Zi solía hacer eso a veces: el cultivo del fénix le había dado una fuerza sobrehumana a pesar de ser una pulga de diez años de edad, así que solo dejó lo que estaba haciendo y fue a ver mientras decía:

— Gu Zi, te he dicho que no…

Las palabras "azotes la puerta" se quedaron atoradas en su gsrganta cuando vio a la persona que estaba en el vestíbulo de su palacio-cueva: era un hombre de blanco de aspecto imponente con una espada larga colgada en la espalda. Qi Rong, inconscientemente, tragó saliva al verlo mientras intentaba no entrar en pánico.

Lang QianQiu finalmente lo había encontrado.

Qi Rong ya no era un inútil en cuánto a la pelea se trataba: Chu WanNing había sido duro e implacable con él y a base de entrenamiento y latigazos había logrado una base marcial sólida y era bueno dando y evitando golpes, pero aún así sabía que no era rival para Lang QianQiu. El saber eso, claramente, no quería decir que no lo fuera a intentar: Gu Zi dependía de él y no iba a abandonarlo, sobre todo tomando en cuenta lo que Xie Bian había dicho.

— ¿Dónde está?— preguntó Lang QianQiu con furia al tiempo que tomaba su espada.

Sin esperar respuesta, el dios del este lanzó un golpe contra Qi Rong que éste esquivó por los pelos. Había una sopa en preparación en la cocina, por lo que todo lo que se le ocurrió fue abrirse paso hasta salir de la casa; era mejor pelear afuera. Qi Rong usó llamaradas verdes para desorientar a Lang QianQiu, pero al final el dios lo atrapó y estaba a punto de atravesarlo con la espada cuando se escuchó la voz de Gu Zi.

— ¡Yifu!

Lang QianQiu se detuvo de golpe, volteando hacia Gu Zi con la sorpresa pintada en el rostro al verlo como un infante cuando la última vez que se vieron él era un joven de 25 años. ¿Qué estaba pasando aquí?

πππππ

La elaborada sopa de costilla de cerdo se convirtió en un sencillo caldo de wontons. El enfrentamiento le había quitado tiempo a Qi Rong, por lo que hizo algo rápido para cuando sus humanos llegaron. Lang QianQiu observó atónito cómo tres personas entraban al lugar y convivían con el fantasma verde sin tenerle miedo, jugaban con los demonios que pululaban por ahí y pasaban un rato agradable allí.

Finalmente había llegado la noche, Gu Zi se había ido a dormir y Qi Rong lo arropó como un padre amoroso para después salir de la casa junto a Lang QianQiu. Una vez a solas en el exterior, Qi Rong preguntó:

— ¿Has escuchado sobre el cultivo del fénix?

Lang QianQiu frunció el ceño. Había escuchado vagamente al respecto, pero no creyó que algo así existiera de verdad. Por extraño que pudiera parecer, la sola idea de poder cultivar para transformarse en un animal era algo fantasiosa así que el cultivo del fénix solía ser descartado como una simple leyenda. 

— ¿Vas a decirme que Gu Zi es un fénix?— inquirió Lang QianQiu.

— Lo es— dijo Qi Rong—. Gu Zi encontró a un maestro inmortal que casualmente tenía un manual de cultivo y se lo dio. Y mi hijo cultivó honestamente.

Ambos se quedaron en silencio, y finalmente Qi Rong dijo:

— Ven en diez años.

— ¿Qué?— soltó Lang QianQiu.

Qi Rong se acercó a Lang QianQiu, su rostro estaba a pocos centímetros del contrario, y dijo:

— Vuelve en diez años si todavía quieres matarme. Gu Zi tendrá veinte en ese entonces y no me necesitará tanto como ahora. Si ya esperaste siglos para encontrarme, no te matará esperar unos cuantos años más.

Para entonces, Qi Rong esperaba ser más fuerte, lo suficiente como para resistir los embates del dios marcial.

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora