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El pueblo sin nombre había pasado de ser una simple aldea a convertirse en una ciudad en crecimiento conocida por ser un mercado de artesanías. Y como toda ciudad en ciernes necesitaban tener un nombre.

— ¿Y por qué mierda tengo que ir yo?

Ye HuangFei le dio un tirón de oreja a Qi Rong mientras Gu Zi reía bajito.

— Xiao Jing, ¿qué te he dicho sobre maldecir de ese modo?

— Perdón, perdón— se quejó Qi Rong haciendo un puchero—. Pero en serio, ¿por qué tengo que ir yo?

— Porque el pueblo va a ser nombrado en tu nombre.

Qi Rong se detuvo en seco con esa información. Eso, ni en sus sueños más salvajes, lo había visto venir. Esta gente no solo se contentaba con adorarlo, ¡también iban a usarlo para nombrar su ciudad! El fantasma se echó a reír a carcajada suelta mientras retomaba el camino junto a su familia. En este momento de su vida espectral, estaba complacido. Gu Zi no tenía ninguna secuela visible por el envenenamiento de Lu Qingyu y estaba superando el trauma del ataque sufrido a manos de Zhang Fei, su fuerza estaba aumentado al igual que su habilidad en combate y había ganado una madre y dos hermanos. Hubiera podido decir que su existencia era perfecta de no ser por los inconvenientes de los fantasmas que ya habían aparecido... y de su pequeño asunto con Lang QianQiu, pero esos son detalles.

Este pueblo tenía una particularidad: a diferencia de otras ciudades, la persona a cargo era una mujer viuda que había sacado adelante el sitio con todo y ataques demoníacos, con lo que se ganó el puesto de jefa de ciudad a toda honra. Qi Rog nunca había visto a esa mujer, pero ahora que la tenía enfrente no pudo dejar de pensar que se veía como un estridente cono de helado: usaba un hanfu elaborado rosa lleno de listones y encajes blancos, tenía el cabello blanco a causa de las preocupaciones constantes que la aquejaban y en ese momento lo tenía peinado en un elaborado chongo sujeto con horquillas de las que sobresalían listones que se entrelazaban con el cabello.

Lo primero que Qi Rong pensó al ver eso fue que le costaría mucho quitarse todo eso a la hora de dormir. La mujer hizo un gesto de bienvenida a todos los presentes y dijo:

— El consejo ha tomado su decisión, por lo que estoy complacida de anunciar orgullosamente...— con una floritura, jaló un cordel dejando una placa de bienvenida al descubierto—. Les doy la bienvenida al pueblo de QingDeng.

Gu Zi sujetó a Qi Rong con una sonrisa extasiada.

— ¿Oíste eso, papá? ¡Es parte de tu título!

— Sí, sí, este ancestro lo oyó— dijo Qi Rong con orgullo.

"¡Ja! En sus caras", pensó.

Pero... ¿en las caras de quienes? Ahora estaba rodeado por gente que creía en él. Qi Rong no pensó más en eso, solo se dedicó a disfrutar de su momento de gloria. Hasta que, eventualmente, algo lo vino a arruinar: la tierra tembló repentinamente y una gran grieta se abrió dejando salir espectros de todo tipo. La gente corrió despavorida, y como no podía ser de otra manera las plegarias de salvación llenaron la mente de Qi Rong.

— ¡Ya los oí, maldita sea! ¡Dejen de lloriquear y vayan a buscar un refugio!

El fantasma sacó su látigo, al tiempo que chasqueaba los dedos creando un cerco de llamas verdes que impidieron el paso a los espectros. Al ver quién los lideraba, no pudo evitar chasquear la lengua extendiendo un brazo para proteger a Gu Zi.

— Me estaba preguntando cuándo vendrías a asomar la cara por aquí— dijo mirando a Lu Qingyu.

— Esto no tiene que ver contigo— replicó Lu Qingyu con tono desdeñoso—. Podría perdonar tu insolencia si te apartas y me dejas cumplir mi propósito.

Sus últimas palabras hicieron temer a Gu Zi, que se aferró al brazo extendido de Qi Rong en busca de su lugar seguro. Debería sentirse triste e inútil, pero la verdad era que tenía 15 años y ya había muerto una vez a causa de este fantasma, no era algo que quisiera repetir. Qi Rong no se movió ni un centímetro, y blandiendo amenazadoramente el látigo dijo:

— Te equivocas. Todo lo que tenga que ver con mi hijo tiene que ver conmigo. Así que si quieres llegar a él tendrás que pasar por encima de mi frío cadáver, hijo de puta.

— Que mal gusto tienes.

Lu Qingyu frunció el ceño. La vez pasada, Qi Rong no había dudado en atacar después de insultarlo, pero ahora simplemente se había quedado allí parloteando, lo que le hizo pensar que algo andaba mal. Después sintió un escalofrío y se dio cuenta: ¡era una trampa! El fantasma verde hizo girar el látigo por encima de su cabeza creando una barrera protectora que lo rodeó a él y a Gu Zi en el momento que dos voces al unísono se escucharon:

— TianWen, diez mil ataúdes de personas.

— JianGui, viento.

¡Mo Ran y Chu WanNing habían llegado! El primero se encargó de los fantasmas que trataban de huir por el aire mientras el segundo se encargaba de los espectros que seguían en tierra. Qi Rong miró alrededor, su familia humana se había retirado lejos junto con el resto de los habitantes del lugar, a salvo del peligro, y suspiró tranquilo. Una sonrisa salvaje se dibujó en sus labios mientras deshacía el escudo en el momento que el efecto del ataque de Mo Ran se disipó y saltó sobre Lu Qingyu lanzando un ataque con su látigo sin darle tiempo a reaccionar adecuadamente, lanzando un ataque tras otro para alejarlo de Gu Zi.

Y entonces Lu Qingyu logró esquivarlo clavando la hoz sin nombre directo en su cuello.

— ¡Papá!— gritó Gu Zi yendo hacia él, siendo detenido por Chu WanNing—. ¡Papá! ¡Shizun, déjame ir!

Gu Zi forcejeó, pero Chu WanNing no lo soltó. Sabía que esto era una jugada de Lu Qingyu para atraerlo y tenerlo a su merced, por eso no lo dejaba ir; simplemente se agachó susurrando algo a su oído con lo que logró calmarlo.

A pesar de tener un arma incrustada en la garganta, Qi Rong sonrió. Sabía que el veneno de la hoz estaba corriendo en su cuerpo, dirigiéndose hacia el sitio donde estaba su corazón, ya que daba la casualidad de que ese día él y Mo Ran habían estado experimentando con el antídoto que Chu WanNing trataba de hacer. Justo en ese momento, Qi Rong tenía dentro una pieza de ajedrez Zhenlong que estaba absorbiendo el veneno de la hoz. Y aparte era un jodido fantasma, no podía morir a menos que sus cenizas fueran destruidas.

Un solo movimiento de su mano bastó para que el látigo se moviera lanzando un golpe que atravesó a Lu Qingyu de arriba abajo, y el maestro serpiente retrocedió con un aullido de dolor separándose de Qi Rong, que se llevó una mano al cuello como si de ese modo pudiera acomodar sus cuerdas vocales.

— Bien, puedes darte por muerto nuevamente— dijo Lu Qingyu.

Qi Rong lo miró con desafío, soltando un grito, lo que provocó que Lu Qingyu cayera al suelo cubriendo sus oídos, huyendo poco después. ¿Qué había sido eso? El fantasma verde no tuvo tiempo de reflexionar más al respecto: sintió los brazos de Gu Zi rodeando su cintura y se volteó abrazando al muchacho mientras su mirada se dirigía a Mo Ran y Chu WanNing como si les pidiera una explicación.

El asunto era que ellos no tenían ninguna.

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora