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Qi Rong despertó con el sonido de una discusión fuera de su cuarto. El pequeño fénix en el que se había convertido Gu Zi saltaba sobre su pecho como si quisiera advertirle algo y el fantasma refunfuñó:

—Seguro tu yifu está aquí.

Gu Zi pió alegremente y Qi Rong se levantó de la cama, se acomodó la túnica y salió con el polluelo en la cabeza para ver algo que, sinceramente, no se esperaba: Mo Ran estaba discutiendo con Lang QianQiu. Más aún, Mo Ran estaba defendiendo a Qi Rong de Lang QianQiu mientras Chu WanNing los veía con su característica cara de pocos amigos.

—No vas a hacerle nada a ese fantasma —decía Mo Ran—. Es discípulo de mi Shizun, y es mi deber como shixiong protegerlo.

Ah, Mo-zonghi es quien lo está defendiendo. Que reconfortante. Lang QianQiu se cruzó de brazos y dijo:

—No voy a hacerle nada, por el momento.

—¿Cómo se supone que tome eso? —dijo Qi Rong llamando la atención de todos.

Lang QianQiu volteó hacia él, igual que Mo Ran, y para sorpresa de ambos Qi Rong preguntó:

—¿Dónde están mis hermanos?

—Shizun los acompañó al bosque —dijo Mo Ran—. Su Jinwei dijo algo sobre cosas de bebé allá.

Gu Zi brincoteó sobre la cabeza de Qi Rong. Recordó que el palacio que había creado en el bosque seguía allí, seguía extrañamente intacto y había dejado todas las cosas que había usado Gu Zi cuando era un bebé. Ahora que era una cría de fénix y seguramente volvería a ser un crío de humano, iba a necesitar todas esas cosas. No había pensado en eso, así que agradeció que los gemelos lo hicieran por él.

—Eres un fantasma detestable —dijo Lang QianQiu.

—Primero que nada, soy un Supremo Rey Fantasma —dijo Qi Rong. Ese jodido título le había costado lágrimas y sangre, claramente iba a agitarlo en la cara de quien sea, en el momento que sea—. En segundo lugar, deja de decir lo obvio. Imbécil.

Lang QianQiu hizo ademán de desenvainar su espada y Mo Ran se colocó frente a él listo para llamar a JianGui. Ambos se dieron cuenta que sería imposible luchar en un sitio tan pequeño como en el que se encontraban así que desistieron de sus movimientos. Mo Ran respiró hondo, cerró los ojos y dijo con calma:

—Su Alteza, ¿por qué mejor no toma asiento y resolvemos esto de forma civilizada?

—Bien, bien —dijo Lang QianQiu con resignación.

—Iré por algo de té. Traten de no matarse uno al otro.

Mo Ran desapareció dentro de la cocina y Lang QianQiu se sentó en una silla frente a Qi Rong. Hubo un silencio incómodo entre los dos en lo que pareció ser una eternidad, hasta que Gu Zi saltó de la cabeza de Qi Rong, revoloteando puerilmente hasta llegar a Lang QianQiu, el dios extendió las manos y el polluelo cayó en éstas, piando alegremente.

—Pequeño Gu Zi —dijo el dios del este acariciando la cabeza del ave con un dedo, sonriendo. Su semblante se volvió serio de nuevo al dirigirse a Qi Rong, preguntando—. ¿Qué sigue ahora?

—Va a vivir como un ave por diez años— respondió Qi Rong—. Cuando haya alcanzado un tamaño decente, se convertirá en un bebé y tendremos que cuidarlo.

Por supuesto, ese "tendremos" englobaba a los gemelos Su, a Mo Ran y a Chu WanNing, a Zhu Fuzhou y tal vez Xue Meng, además de él mismo, claro. Lang QianQiu arqueó una ceja mirando a Gu Zi y Qi Rong recordó algo.

—Y mientras sea un fénix, tendrás que llamarlo LianHua —dijo el fantasma—. Es su nombre de cortesía. Su nombre de fénix.

De nueva cuenta, se hizo el silencio entre los dos. Mo Ran salió de la cocina dejando una bandeja de té y sonrió al ver a Gu Zi dormido entre las manos de Lang QianQiu, el joven tomó con cuidado a la cría de fénix y lo llevó a la habitación de Qi Rong para dejarlo en una almohada. Cuando regresó, Qi Rong dijo:

—Mo-zongzhi, no es necesario que se quede. Estoy seguro que Su Alteza y yo llegaremos a un acuerdo pacífico.

—¿Estás seguro? —preguntó Mo Ran con preocupación.

No es que le agradara Qi Rong o algo así, pero Chu WanNing le había encargado cuidar de él porque sabía que era lo que Gu Zi necesitaba: el fantasma lo había cuidado antes de que ellos llegaran y sabría mejor que nadie lo que iba a necesitar. Además, y aunque Chu WanNing no lo dijera, comenzaba a tener un poco de simpatía por Qi Rong, que había cambiado radicalmente gracias a Ye HuangFei. Seguía siendo grosero, pero había dejado de ser molesto. ¿Cómo era posible eso? Bueno, no lo sabían, pero así era. Con algo de duda, Mo Ran salió de la casa y Qi Rong tomó una taza de té diciendo:

—Ese tipo es uno de los mejores cocineros que haya pisado esta tierra. Así que no deberías preocuparte porque el té sepa mal— luego de beber una taza completa, volteó a ver al dios y preguntó—. Bueno, ¿qué vamos a hacer ahora?

—Voy a llevar a Gu Zi a mi palacio —dijo Lang QianQiu.

—Ni hablar —replicó Qi Rong—. Es mi hijo y este es su pueblo. Se va a quedar aquí. su secta está construyéndose aquí.

—¿Cómo que su secta? —replicó Lang QianQiu.

Qi Rong recordó tardíamente que Lang QianQiu no sabía nada de lo que había sucedido así que le hizo un resumen: le habló sobre Lu Qingyu, sobre Zhu Fuzhou, sobre la secta de bestias cambiantes y sobre Gu Zi siendo el primer maestro fénix de esta tierra desde que la secta había fenecido. Con toda esta información, Lang QianQiu tuvo que aceptar que lo mejor era que el niño se quedara allí... así que él también se iba a quedar allí.

—Te ayudaré a proteger a Gu Zi —dijo el dios—. Después, tú y yo resolveremos nuestra deuda de sangre.

—Me parece bien —dijo Qi Rong, apoyando los codos sobre la mesa para después apoyar el mentón sobre sus manos—. Te propongo un trato: ayúdame a proteger a Gu Zi. Cuando Lu Qingyu haya sido exterminado y ya no haya más peligro para él, tú y yo nos enfrentaremos por lo sucedido en el Banquete Dorado.

Lang QianQiu asintió, aceptando el trato. Viviría en ese pueblo, ayudaría a su enemigo a proteger al niño, y después tomaría venganza por la vida de sus padres.

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Disculpen ustedes por actualizar hoy, pero la cosa estuvo así:

Ayer por la mañana tuve una cantidad insana de trabajo, me dio bloqueo y me dediqué a procrastinar por la tarde, y en la noche cuando lo tenía listo se fue la luz y me quedé sin internet.

Pero en fin, cosas que pasan.

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora