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Su Jinwei volteó hacia la casa, donde en ese momento Luo BingHe y Wei WuXian habían empezado a entrenar con Su Ziming.

—Gege, ¿de verdad no puedo acompañarlos? —preguntó.

Lan WangJi y Shen QingQiu se miraron uno al otro como si supieran algo que el resto no, y Qi Rong dijo:

—En este momento deben estar hasta el tope de energía demoníaca y tú necesitas estar libre de esa energía para ayudar a tu hermano.

—Bueno...

Qi Rong suspiró. No era de extrañar que el joven estuviera tan aprensivo, después de todo nunca se había separado de su hermano por mucho tiempo. Gu Zi abrazó a Su Jinwei, atrayendo la atención del joven, y sus ojos naranjas brillaron con alegría.

—Tío, todo va a estar bien —dijo.

Finalmente, el grupo se dirigió al sitio donde iba a estar la secta. Se encontraban en una montaña, que marcaba una de las fronteras de QingDeng, y el lugar se había construido en una parte elevada de la ladera como era costumbre de todas las sectas. Gu Zi acababa de cumplir 20 años cuando se comenzó a construir, por lo que, casi tres años después, ya debería estar lista gran parte de la obra.

—¡No, no, general Nan Lian! ¡Eso no va a allí!

Gu Mang dejó a un lado un gran espejo de cuerpo completo con marco de jade y se cruzó de brazos, preguntando:

—¿Entonces dónde va?

—En los aposentos del gran maestro —dijo Zhu Fuzhou—. Es una reliquia que... ¡Su Alteza! Gracias al cielo está aquí.

Qi Rong tardó un segundo en procesar que ese "Su Alteza" iba dirigido a su persona. Es decir, ¿desde cuando este pavo real era tan respetuoso con él? Gu Mang sonrió, saludando a Qi Rong, y luego se dirigió a ellos seguidos por Zhu Fuzhou, que parecía estar a punto de arrancarse el pelo por la ansiedad.

—Eh... ¿Qué están haciendo? —preguntó el fantasma.

—¡Portales! —exclamó Gu Zi alegremente. Había crecido todo un año durante la noche y ahora parecía un niño de cuatro años, con lo que su habla se hizo más fluida.

—¿Qué clase de portales?

Mo Xi intervino, explicando antes de que Gu Zi dijera nada:

—Portales al cielo y al inframundo. El primer maestro fénix tenía ascendencia divina y demoníaca como remanentes de sus vidas anteriores, por lo que se le concedió el paso a ambos reinos.

—Además, las sectas cambiantes albergan a cultivadores justos y demoníacos por igual —dijo Gu Zi.

Por alguna razón, un tema tan importante referido de manera tan impecable por una voz infantil se sintió un poco incómodo de tratar, por lo que Mo Xi permaneció en silencio. Gu Mang intervino, extendiendo una mano hacia Gu Zi, y preguntó:

—¿Te gustaría ver cómo está quedando tu cuarto?

—¡Quiero! Espero que haya cosas verdes —dijo Gu Zi, mirando a Qi Rong, y preguntó—. Papá, ¿puedo ir?

—Sí, sí, anda —dijo Qi Rong.

Gu Mang tomó a Gu Zi de la mano y se fueron de allí. Zhu Fuzhou se enzarzó en una nueva discusión con Mo Xi acerca de dónde iría el portal al inframundo, Shen QingQiu se excusó diciendo que buscaría un lugar que les sirviera para cultivar y se fue llevando a Lan WangJi... y así fue como Qi Rong se quedó solo con Su Jinwei.

—Hey, WeiWei, ¿todo va bien? —preguntó Qi Rong, mientras los dos se dedicaban a recorrer el lugar.

—No lo sé, supongo —dijo Su Jinwei encogiéndose de hombros—. ¿Lo preguntas por lo que pasó ayer?

Qi Rong soltó una carcajada, asintiendo, y dijo:

—Eres muy listo, enano. ¿Te molestó lo del cultivo dual? Espera un momento... —el Supremo dirigió una mirada de sospecha hacia el joven y añadió—. ¿Cómo sabes de qué se trata el cultivo dual?

Su Jinwei miró a otro lado, con el rostro ligeramente sonrojado.

—Su Excelencia Taxian-Jun me mostró algunas cosas. Dijo que debía saber de qué se trataba por si alguien con malas intenciones me ofrecía practicar el cultivo dual, y dijo también que debía ser él porque... bueno, dijo algo de Mo-shixiong que...

—Sí, sí, lo entiendo —dijo Qi Rong, familiarizado con los insultos e improperios que solía dirigir Taxian-Jun a Mo-zhongzhi—. Entonces... ¿qué te molesta?

—Vas a decir que soy un cursi.

Habían llegado a un pequeño claro, que según los planes de Zhu Fuzhou podría servir para instalar la sala de entrenamiento. Su Jinwei saltó a un árbol para tomar una flor, y desde allá arriba dijo:

—La verdad, creo que esa clase de cosas deben hacerse por puro amor, y no solo para obtener un beneficio o algo así. ¿Crees que se oye tonto?

—Creo que ese es un interesante punto de vista —dijo Qi Rong—. ¿Y qué pasa si la persona con la que quieres practicar el cultivo dual es alguien a quién amas?

—Pues... no lo sé. No creo que pueda amar a nadie como para llegar a ese extremo.

—Nunca digas nunca, enano.

Su Jinwei sonrió, y Qi Rong se sintió aliviado de que el tema no fuera nada grave.

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora