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Lang QianQiu observaba a Qi Rong practicar con Chu WanNing. Ambos luchaban con látigos, y le sorprendió ver la habilidad del fantasma verde al enfrentarse al cultivador. Tuvo que admitir, a su pesar, que era un bello espectáculo de ver.

El látigo manejado por Qi Rong despedía destellos verdes que se convertían en llamas con cada golpe que daba, cubriendo el arma convirtiéndola así en una hoguera ardiente. El dios marcial estaba seguro que eso no había pasado cuando se enfrentó a él por lo que dedujo, era un efecto secundario de su resurgimiento como Supremo. En realidad, siendo sinceros, estos dos años habían sido muy raros. Le costaba tener que admitir que Qi Rong no era el mismo que había visto por primera vez, pero aún seguía siendo molesto y aún quería matarlo. Si no se hubiera escapado cuando aún era una llama fatua, sin duda lo hubiera logrado. 

Ver crecer a Gu Zi hacía que valiera la pena soportar a Qi Rong. Lang QianQiu lo había visto convertirse de un polluelo a una pequeña ave que podía andar tranquilamente por ahí. Era muy lindo verlo, y para el dios era aún más lindo poder formar parte de su vida de forma más activa. Es por eso que pensó llevar al fénix consigo en una misión que debía cumplir en el este, para que se familiarizara un poco con la forma en que se manejaban las cosas en el cielo.

Pero Qi Rong tenía otra idea al respecto.

—Ni hablar. Mi hijo no va a abandonar el pueblo.

—No va a ir solo —dijo Lang QianQiu.

—¿Y qué? Nada me garantiza que no vas a huir aprovechando la oportunidad. Además…

Qi Rong cerró la boca, pensando en que no valía la pena mencionar a su tío abusador de niños. Ese era su asunto y lo mejor era no mezclar a otros con eso. Gu Zi se posó en el hombro de Qi Rong, piando y agitando las alas, y el Supremo pensó que este comportamiento era similar a una rabieta. Su hijo barato le estaba haciendo una rabieta. Al final tuvo que ceder, pero uno de los gemelos se ofreció a acompañarlos y Lang QianQiu se vio obligado a aceptar. Así, el dios partió al este llevando consigo al fénix y al mortal.

—Nunca he ido más allá de QingDeng —dijo Su Ziming con emoción, mientras cargaba en un brazo a Gu Zi—. ¿La tierra del este es bonita?

—Sí, si sabes dónde mirar —dijo Lang QianQiu.

—¿Es cierto que la Ciudad Fantasma está en su territorio?

Lang QianQiu volteó a ver a Su Ziming con curiosidad.

—¿Quién te dijo eso? —preguntó.

—Xiao Jing-gege —respondió Su Ziming como si fuera lo más obvio del mundo. 

Gu Zi agitó las alas, feliz. Lang QianQiu acarició su cabeza y volteó hacia otro lado, deteniéndose de golpe al notar que había llegado a su destino. El dios avanzó con cautela al notar una gran cantidad de energía resentida en el lugar. Inesperadamente, Su Ziming se acercó tomando su brazo con la mano libre y dijo:

—Su Alteza, mire abajo. 

Lang QianQiu bajó la mirada y se sorprendió de ver un gran abismo abierto a pocos pasos de distancia.

—Habrá que bajar. 

—¡No! —exclamó Su Ziming—. Allí hay algo que incluso podría afectarlo a usted.

—¿Cómo sabes eso? —preguntó Lang QianQiu, entrecerrando los ojos con sospecha.

Gu Zi pió suavemente, como si le diera ánimos, y finalmente Su Ziming dijo:

—Te diré si no le dices a Xiao Jing-gege. No quiero que se enoje conmigo.

—Te lo prometo —dijo Lang QianQiu.

—Lluvia Sangrienta me enseñó a reconocer formaciones de energía demoníaca. Le pedí que me enseñara para saber cuando Lu Qingyu estuviera acechando.

—Dime que no le debes un favor a Lluvia Sangrienta que busca la flor.

Su Ziming sintió un ramalazo de pánico al escuchar a Lang QianQiu y preguntó:

—¿Es algo malo?

—No, olvídalo —dijo el dios. No tenía caso asustar al chico—. Entonces… ¿puedes echar un vistazo a eso?

Su Ziming asintió, y Gu Zi voló hasta situarse en una rama cercana. El joven observó aquel sitio manteniendo su distancia y dijo:

—Parece una matriz capaz de absorber la buena fortuna de los otros. Para contrarrestar su efecto tendría que traer aquí a alguien cuya mala suerte supere la misma matriz.

—¿Cómo quién?

—Tal vez, alguien maldecido por un Venerable de palabras vacías. Yo que sé.

—De acuerdo, volvamos a casa. 

Su Ziming asintió nuevamente, más aliviado, y llamó a Gu Zi para irse de allí. El pequeño grupo se fue sin percatarse de la presencia en el interior de aquella matriz, cuyos ojos oscuros se posaron en el pequeño fénix observándolo con avidez antes de sumergirse en el fondo del pozo.

❁❁❁❁❁

Cuando Qi Rong se entere del secreto de Su Ziming:

QR: ¿¡Cómo se te ocurre deberle un favor al cabrón usurero de Hua Cheng!? ¿Quieres endeudarte de por vida?
SZ: Eso no se puede hacer... ¿Verdad?
He Xuan random aparece de repente: Sí, sí se puede.

Chale, pobre nene xD

Feliz Navidad, mis amores, espero que se lo pasen bien con sus seres queridos ❤️

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora