13

257 53 16
                                    

— Xiao Jing, te escuche.

Qi Rong parpadeó confundido con las palabras de Ye HuangFei. Ambos se encontraban en el pueblo, Qi Rong había llevado a Gu Zi con Chu WanNing y los gemelos Su habían ido con él, por lo que se encontraban solos en ese momento.

— ¿Qué oíste?— preguntó el fantasma.

Ye HuangFei le respondió con otra pregunta:

— ¿Por qué Su Alteza Tai Hua quiere matarte?

Qi Rong se quedó boquiabierto. Si ella sabía eso quería decir que había ido al bosque de noche y escuchó su conversación con Lang QianQiu. No supo si reír o llorar al respecto.

— Es una historia complicada— dijo al fin.

Ye HuangFei señaló un sendero vacío que daba la vuelta al bosque y dijo:

— Tenemos un largo camino ahí.

Qi Rong suspiró con la resignación propia de los condenados a muerte y aceptó caminar junto a la humana. Él le había contado casi todo respecto a su larga existencia: su vida como príncipe de Xian Le, su muerte a manos de la gente de Yong An y su obra como calamidad fantasma, todo era del conocimiento de Ye HuangFei excepto una cosa: su participación en el asesinato de la familia real de Yong An. Al principio no lo hizo por no considerarlo necesario, pero conforme pasaba el tiempo y su cariño por esta mujer aumentaba el temor le hizo guardar el secreto.

Estúpido Lang QianQiu. ¿Por qué tenía que venir y complicarlo todo justo ahora?

— Sabes que odié a la gente de Yong An— dijo al fin, cuando habían recorrido un buen trecho y nadie podía oírlos—. Los odié tanto que los perseguí durante mucho tiempo, organizando ataques con ayuda de la gente de Xian Le que estuvo a mi lado y ninguno funcionó.

Todos habían fallado menos uno: la conspiración en la que An Le fue la punta de lanza para llegar al príncipe heredero de Yong An.

— ¿Y sabes quién era el príncipe heredero?— dijo Qi Rong mirando a Ye HuangFei.

— ¿Su Alteza Tai Hua?— adivinó la mujer. 

— Su Alteza Tai Hua. El estúpido Lang QianQiu.

Qi Rong bajó la cabeza, diciendo simple y llanamente:

— Yo causé la muerte de toda su familia.

Resultó que la historia no era complicada. Qi Rong odiaba y envidiaba a Lang QianQiu, por eso intentó asesinarlo cuando tenía doce años y por eso masacró a toda su familia cuando cumplió diecisiete.  Y por eso siglos después Lang QianQiu lo echó en aceite hirviendo la primera vez que se vieron, lo buscó incansablemente y se encontró con él el día de hoy. Todo por un reino sepultado en cenizas que nunca le mostró ni un poquito de aprecio.

Pensándolo ahora tan detenidamente era… triste. Risible. Patético.

Qi Rong sintió pánico cuando levantó la mirada y vio la decepción en los ojos de Ye HuangFei. En otros tiempos le habría gritado o la habría devorado, pero la verdad era que él amaba a esta humana como alguien de su familia. Ye HuangFei había sido la primera persona, además de Gu Zi, que lo había tratado bien, le había dado cariño y comprensión. No quería perder eso. El fantasma cayó de rodillas frente a la mujer, lágrimas caían de sus ojos, suplicando silenciosamente que no lo odiara. Aunque estaba acostumbrado a que lo odien, no soportaría el odio de Ye HuangFei.

Finalmente, luego de unos angustiosos minutos, la mujer se arrodilló frente a él abrazándolo con ternura.

— Te hicieron mucho daño, ¿verdad?— preguntó mientras acariciaba su cabeza.

Qi Rong sollozó aferrándose a Ye HuangFei, aliviado de que ella no lo rechazara ahora.

— Mi Xiao Jing, mi pobre niño. Solo deseabas algo de amor.

Ye HuangFei consoló a Qi Rong. Lamentó todo lo que había hecho, claro, pero su compasión por este fantasma era mayor: su amor por esta alma solitaria salvada por un niño era mucho mayor que todo lo demás que pudiera causar, lo había visto desde la primera vez que se encontraron y pensó que los cielos habían unido sus destinos por alguna razón.

Solo esperaba que fuera una buena razón.

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora