21

194 44 4
                                    

Su Ziming corrió hacia Qi Rong en el momento que éste se encontraba practicando con el látigo.

Había pasado un año desde el ataque sufrido por Gu Zi. Lu Qingyu no había vuelto a asomar la nariz por allí, Xie Bian y Fan Wushe tampoco habían aparecido, por lo que Qi Rong supuso que esos tres estarían sumidos en una persecución sin tregua, con uno tratando de escapar y los otros dos dispuestos a atraparlo. Gu Zi era constantemente revisado por Chu WanNing, que se aseguraba de que nada raro le sucediera mientras Mo Ran seguía trabajando en un antídoto eficaz para el veneno de Shé Wang.

En general, para el buen ancestro todo estaba bien. Tampoco había tenido noticias de Lang QianQiu así que podía respirar tranquilo.

— Gege, mira lo que encontré— dijo el joven Su mientras agitaba una suona que tenía en la mano.

Qi Rong guardó el látigo y se acercó al chico tomando la suona. No sabía tocarla, pero recordaba algunas cosas básicas para saber si el instrumento estaba dañado o por el contrario tenía una buena condición, así que comenzó a revisarlo constatando que estaba en buen estado.

— ¿Dónde lo encontraste?— preguntó Qi Rong.
— En el templo, alguien lo dejó como ofrenda— dijo Su Ziming.
— Oh.

Qi Rong hizo girar la suona entre sus dedos y en ese momento un fénix aterrizó en el suelo, el cual se transformó en Gu Zi.

— Encontré a alguien que puede enseñarte a tocar— dijo con una sonrisa—. Solo que vive en el bosque, en una parte más profunda de lo que solíamos hacerlo nosotros.
— Entonces vamos.

Gu Zi se transformó en fénix nuevamente y guió a Qi Rong por el bosque hasta llegar a una cabaña vieja y rodeada de hiedra, tan llena de vegetación que parecía formar parte del paisaje. El fénix se posó en el hombro del fantasma y en ese momento la puerta se abrió, pero Qi Rong no se movió de su lugar. En su lugar, una figura de azul con el rostro cubierto con una capucha salió del interior y avanzó hasta situarse a poca distancia del fantasma.

Entonces se quitó la capucha dejando ver un rostro apuesto y alegre de ojos azules y piel del color del trigo que le sonrió mostrando algunos huecos en su dentadura.

— ¡Hola!— dijo con voz estridente—. ¿Qué los trae por aquí?
— Eh…— Qi Rong estaba estupefacto, luego carraspeó y fue al grano—. Quiero aprender a tocar la suona.
— ¿Para la guerra?
— Puede ser. A menos que me enseñe a noquear a alguien con mi melodiosa voz.

El hombre de azul se echó a reír a carcajadas con tal fuerza que se dejó caer al suelo. Qi Rong dio un paso atrás y el fénix en su hombro ladeó la cabeza, ambos estaban seguros de que ese ni siquiera había sido un buen chiste así que… ¿qué le pasaba a este sujeto? Después de carcajearse por un rato, el hombre se levantó y, limpiando sus lágrimas por haber reído tanto, dijo:

— Mi nombre es Zhu Fuzhou. Te enseñaré lo que quieras si me das a cambio una pluma de tu fénix.
— ¿Para qué quieres la pluma?— inquirió Qi Rong.
— ¿Para qué quieres aprender a manejar la suona?— replicó Zhu Fuzhou con astucia.
— Pero qué mierda. ¿Buscas burlar a este ancestro?

Zhu Fuzhou arqueó una ceja mirando al fénix con mayor atención. Su rostro sonriente se volvió cada vez más serio con cada segundo que miraba y luego se arrodilló pegando la cabeza al suelo. El movimiento fue tan repentino que hizo saltar a Qi Rong, listo para lanzarle una bola de fuego o un latigazo, lo que saliera primero.

— Perdone, maestro fénix— dijo—. Este sirviente merece la muerte por su imprudencia.
— ¿Cómo que sirviente?— soltó Qi Rong.

Para su sorpresa, el hombre se convirtió en un hermoso pavorreal de plumas color turquesa y luego de un intercambio de graznidos entre él y Gu Zi retomó su forma humana y dijo:

— Por favor, Su Alteza, pase a mi humilde morada.

Qi Rong tardó unos segundos en procesar que ese "Su Alteza" iba dirigido a él. Gu Zi abrió el pico lanzando un leve graznido que le indicó que todo estaba bien y el fantasma finalmente entró a la ruinosa casa siguiendo a Zhu Fuzhou.

— Vivo aquí alejado de todo por dos razones— dijo—. La primera, obviamente, es Shé Wang: no solo se encargó de exterminar la línea de sangre del fénix sino que cazó a todos los cambiaformas alados. Quedamos muy pocas aves, en cuanto sepan del amo LianHua…
— Eh, alto ahí— dijo Qi Rong—. Nada de decir a otros sobre mi hijo.

Zhu Fuzhou trastabilló al escuchar esto y volteó con sorpresa.

— ¿Su hijo?

Gu Zi asintió con la cabeza y saltó al suelo transformándose en adolescente.

— En este momento tengo 14 años— dijo—. Y ya fui atacado por Shé Wang. Por eso estamos aquí, mi papá se está preparando para patearle el trasero.
— Ay, por Dios— dijo Zhu Fuzhou llevándose una mano al pecho—. Me va a dar algo, nuestro gran maestro es apenas un mocoso…
— ¿Cómo que gran maestro?— intervino Qi Rong.

Zhu Fuzhou asintió con solemnidad y dijo:

— Como ya mencioné antes, la línea de sangre del fénix ha sido extinta. Así que aquel que logre cultivar exitosamente el camino del fénix se convertirá en el gran maestro de la primera secta de bestias cambiantes.

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora