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Lang QianQiu seguía teniendo un problema en el este: aquel hoyo que Su Ziming había detectado como un portal de mala suerte. El dios marcial se encontraba en su palacio leyendo los informes al respecto de esa cosa cuando Gu Mang entró jugueteando con un pequeño lazo.

—Su Alteza, se le olvidó esto —dijo entregándole el lazo.

Lang QianQiu lo tomó distraídamente y lo guardó en su bolsa Qiankun sin dedicarle una segunda mirada. Gu Mang se cruzó de brazos y se sentó frente a él mirando el pergamino con curiosidad.

—¿Algún problema con una misión? —preguntó.

—Un pozo de mala suerte —dijo Lang QianQiu—. Su poder ha crecido desde la última vez que estuve ahí. Es como... como si alguien estuviera cultivando allí.

—Si se están cultivando con energía de mala suerte, sería un problema grave —dijo Gu Mang con preocupación—. Podría nacer un nuevo Reverendo de palabras vacías.

Y a pesar del tiempo transcurrido, el Reverendo de palabras vacías seguía siendo una de las heridas del cielo que nadie se atrevía a tocar, de ahí venía la urgencia de solucionar esto. El caso es que Lang QianQiu no sabía qué hacer para lidiar con ello, básicamente porque no podía concentrarse lo suficiente para pensar en ese problema. Gu Mang ladeó la cabeza con una sonrisa y dijo:

—Mo Xi y yo podemos ir a echar un vistazo.

—No es necesario, ustedes tienen otras cosas que hacer —dijo Lang QianQiu—. Esa debe ser la prioridad.

—Gu Zi le importa mucho, ¿no?

Lang QianQiu finalmente levantó la mirada para observar a Gu Mang y dijo:

—Tal vez.

—Oiga, yo no lo voy a juzgar —dijo Gu Mang—. Tuve un pequeño sobrino, y cuando él supo la verdad lo tomé bajo mi cuidado en nombre de mi primo. Así que lo comprendo.

—Cuidé de Gu Zi en su primera vida desde que era niño. Lo aprecio como mi hijo. Por eso quiero que lo tengan como prioridad mientras yo...

—Entiendo. Tengo entendido que la Señora de la Lluvia tiene a un oficial subalterno que sobrevivió al asedio del Reverendo de palabras vacías, podría pedirle ayuda.

—Lo consideraré.

Pero en realidad no lo iba a hacer. Lang QianQiu apreciaba sinceramente a Shi QingXuan y lo que menos quería hacer era molestarlo con esto y causarle tristeza. Buscaría otro modo de lidiar con este asunto.

πππππ

Era de noche cuando Lang QianQiu regresó a QingDeng. Había pasado todo el día investigando al respecto para buscar una solución que le ayudara a lidiar con el hoyo de mala suerte sin poder hacer nada, por lo que llegó a casa con un terrible dolor de cabeza. La pesadez que sentía se desvaneció cuando vio en la sala a las dos Impermanencias, junto a Mo Xi y Murong Chuyi. No vio a Qi Rong por ningún lado y un sentimiento de desasosiego lo acometió.

Gu Zi, convertido en fénix, jugueteaba con los colgantes en la ropa de Xie Bian mientras los cuatro hombres discutían de cosas. Cuando Lang QianQiu se acercó, se dio cuenta que estaban hablando sobre su problema.

—Gu Mang le dijo, ¿cierto? —dijo el dios del este, dirigiéndose a Mo Xi.

Mo Xi no dijo nada, en su lugar, Murong Chuyi habló.

—Es posible que ese sitio sea el refugio de un General Fantasma —dijo.

—... ¿Shé Wang?

—Es posible —dijo Fan Wushe—. Iremos a investigar si él está allí. Debe ser lo más probable, ya que no lo hemos encontrado— una sonrisa curvó los labios de la Impermanencia Negra cuando añadió—. Debe estar escondido como la rata que es.

—Wushe —dijo Xie Bian a manera de advertencia, y para su sorpresa Gu Zi pió en señal de acuerdo.

Finalmente, y para sorpresa de todos, Lang QianQiu preguntó:

—¿Dónde está Qi Rong?

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora