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Fan Wushe se encontraba al lado de Xie Bian, que seguía inconsciente, sujetando su mano como si le estuviera traspasando energía espiritual. Un vistazo más de cerca le hizo constatar a Qi Rong que, de hecho, eso estaba haciendo; por lo que no interrumpió. Cuando el proceso acabó, la Impermanencia Negra se inclinó en una reverencia y dijo en voz baja:

—Me disculpo por los inconvenientes.

Qi Rong disfrutó del hecho de ver a alguien tan orgulloso disculparse por unos cinco segundos. Después de eso, Gu Zi dio un paso adelante y se hizo cargo del asunto.

—¿Podría decirnos qué pasó? —preguntó con tacto. 

—Encontramos a Lu Qingyu —dijo Fan Wushe con acritud—. Estaba en ese hoyo de mala suerte en el este, usando el cultivo dual para curar sus heridas. 

—¿Él…? —Gu Zi no supo si era correcto preguntar con quién estaba Lu Qingyu, y Qi Rong intervino en ese momento, preguntando:

—¿Estaba solo?

—No. Estaba con Zhang Fei.

Un gesto de desagrado cruzó las facciones de Fan Wushe. Gu Zi se puso pálido, y Qi Rong frunció el ceño, sacudiendo la cabeza al recordar lo asqueroso que era ese tío suyo desde los tiempos de Xianle. 

—¿El poder de los fantasmas aumenta si hacen cultivo dual con otro fantasma? —preguntó Qi Rong.

—Sí. El poder de ambos aumenta de ese modo —respondió Fan Wushe—. De ese modo, Lu Qingyu logró salvar su vida luego de ser casi consumido por el fuego de la tribulación tras el que renació usted como Supremo. 

Gu Zi sonrió más animado al escuchar eso. Ahora había mucha más probabilidad de que su papá pudiera vencer al maestro serpiente. Una serie de pasos apresurados se escucharon, y para sorprendió de todo el mundo, Murong Chuyi entró a la habitación. Fan Wushe se puso de pie violentamente, pero Murong Chuyi lo ignoró por completo y se dedicó a revisar a Xie Bian.

—¿Sabes qué él está así por tu culpa? —increpó la Impermanencia Negra—. ¡Devuélvele a Wuqiongbi!

—Harias bien en cuidar tus palabras —dijo Murong Chuyi con una calma gélida—. Aún recuerdo que fuiste tú quien desató la furia del talismán Xuanyuan en aquella ocasión contra el emperador Beiyin. No me hagas ir en tu contra ahora.

—Con o sin el talismán, aún puedo…

—Ya veo porque te hechizaron.

Murong Chuyi y Fan Wushe voltearon hacia Qi Rong. Gu Zi estaba oculto tras él, como medida de precaución por si había una pelea ya que, realmente, no tenía ganas de pelear. El Supremo de los bosques dio un paso adelante, puso las manos detrás de la espalda y, con voz dulce, preguntó:

—¿Podrían dejar de lado su pequeña pelea y explicarme qué mierda está pasando? 

—Lu Qingyu le habló a Zhang Fei de Diyu —dijo Xie Bian de repente, cayendo nuevamente en la inconsciencia. Fan Wushe añadió rápidamente:

—Zhang Fei va a buscar Diyu para destruirla. 

La expresión severa de Murong Chuyi se disolvió, sustituida por la alarma, y explicó a Qi Rong y  Gu Zi:

—Diyu es una alabarda, forjada en el fuego del infierno por Lu Linghe, el primer maestro fénix. Tras enfrentarse innumerables veces a su hermano, pidió permiso al emperador de Beiyin para usar el infierno como forja para crear un arma con la cual enfrentarlo. Es lo único que puede matar al maestro serpiente, y antes de ser empuñada por el nuevo maestro fénix, debe ser usada por un Supremo Rey Fantasma.

—Perfecto —dijo Qi Rong—. ¿Dónde la encuentro?

—No lo sabemos —dijo Fan Wushe.

—¿Cómo qué no?

—Los únicos que lo saben, son los dioses de la antigua corte celestial —dijo Murong Chuyi—. Lu Linghe falleció en el cielo, producto de sus heridas, y su arma fue resguardada por un príncipe heredero que recién había ascendido.

Gu Zi dio un respingo, y dijo:

—Papá, tienes que ir al monte TongLu. Allí está él. Ve con Ge… es decir… con Xie-jiujiu.

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora