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Al día siguiente, Qi Rong volvió al pueblo con un pequeño fénix en el hombro. Esta ave era del tamaño de un pájaro que, en términos humanos, podía considerarse un adolescente, por lo que no hacía mucho bulto en el hombro de la calamidad. El fantasma esperaba no tener muchos problemas, simplemente iría con Chu WanNing, dejaría que analizara a su hijo y después pasarían a cuestiones prácticas, sin embargo no se esperaba llegar y encontrar al tipo teniendo visitas.

Y qué visitas, además: dos oficiales del inframundo, uno de blanco y otro de negro, conversaban con Chu WanNing y Mo Ran como si fuera algo de suma importancia. 

Entonces los cuatro hombres voltearon hacia el fantasma y él pudo reconocer a los visitantes. Se trataba de las dos Impermanencias: Xie Bian y Fan Wushe. Estos dos sujetos habían perseguido a Qi Rong cuando era un alma fatua sin cuerpo para llevarlo al inframundo porque, según ellos, su destino era renacer en el camino Egui como un fantasma hambriento por sus crímenes. ¡Y una mierda! Qi Rong se las arregló para escabullirse de ellos hasta que consiguió crear un cuerpo propio y logró despistarlos lo suficiente para no volver a verlos… hasta este momento, claro.

— Ahora soy una deidad— dijo Qi Rong con voz ufana—. Ya es muy tarde para llevarme al inframundo, idiotas. 

Xie Bian hizo como si no lo hubiera escuchado, mientras que Fan Wushe hizo una mueca de disgusto. Aquello duró solo unos segundos, ya que la atención de ambos se dirigió al pequeño fénix que descansaba en el hombro de Qi Rong, la pequeña ave los fulminaba con la mirada y después giró la cabeza con desdén ocultando su pequeña cabeza entre los cabellos sueltos del fantasma.

— Un fénix cultivado— dijo Xie Bian con sorpresa—. Quién…

— Yo soy el responsable de esto— dijo Chu WanNing—. Encontré un manual de cultivo y se lo di a un joven que acepté como discípulo hace tiempo atrás.

— ¿Cuánto tiempo?— preguntó Fan Wushe.

— ¿Qué te importa?— replicó Mo Ran con altivez, cruzándose de brazos.

Qi Rong soltó una carcajada.

— Lo dicho. Siempre que vengo tengo que encontrar al emperador idiota.

— Tú cállate, que este Venerable aún tiene cuentas pendientes contigo.

Chu WanNing ignoró el exabrupto de Mo Ran. Simplemente miró a Gu Zi y dijo:

— Cincuenta años.

Las dos Impermanencias se miraron uno al otro, consultando entre sí. Finalmente, Xie Bian negó con la cabeza diciendo:

— Anciano YuHeng, ha liberado al mundo algo terrible. Algo que va a venir por el fénix.

Con un melodioso graznido, el fénix saltó del hombro de Qi Rong para convertirse en un niño y aterrizar en sus brazos.

— Papá va a protegerme— dijo Gu Zi aferrándose a Qi Rong. Sus grandes ojos miraron a Qi Rong y añadió—. Vas a protegerme, ¿verdad?

— ¿Qué clase de pregunta es esa?— soltó Qi Rong—. Este ancestro va a protegerte. 

Fan Wushe negó con la cabeza.

— Esta cosa te va a comer de un bocado— dijo.

Xie Bian lo jaló repentinamente y dijo:

— Trataremos de detenerlo.

Y se fue arrastrando a su compañero consigo.

— ¡Espera!— gritó Qi Rong—. ¡Todavía no me dices qué es esa cosa?

Evidentemente, Xie Bian no le escuchó, y Qi Rong pisoteó el suelo con frustración. Gu Zi comenzó a temblar, por lo que el fantasma verde se obligó a tranquilizarse y lo arrulló en brazos.

— Ya, ya, deja de temblar— dijo—. Papá no va a dejar que nada te pase. Ahora abajo, papá tiene que entrenar.

Chu WanNing arqueó una ceja. Qi Rong volteó hacia él, hizo crujir sus nudillos y dijo:

— ¿Comenzamos ya?

πππππ

Ye HuangFei observó la espalda lacerada de Qi Rong y aún sabiendo que era un fantasma limpió las heridas cuidadosamente.

— ¡Ese desgraciado de Chu WanNing no tuvo piedad!— lloriqueó Qi Rong.

Gu Zi se rascó la cabeza con embarazo y dijo:

— Así es Shifu, papá. Aunque no estuvo mal para tu primera lección… ¿No crees?

Qi Rong maldijo entre dientes. Ese malhumorado mantou blanco lo persiguió con ese látigo infernal de improviso, sin parar hasta que lo hubo alcanzado, todo para que al final moviera la cabeza y dijera:

— No tienes base de pelea. Tendré que enseñarte desde cero. 

Por desgracia para él, no podía replicarle que se fuera al demonio porque realmente necesitaba aprender a pelear y era mucho mejor depender de Chu WanNing para sus enseñanzas que de Xiè Lian. Que vergüenza ir a decirle a su primo que le enseñara a pelear cuando le dijo que no lo necesitaba, Qi Rong prefería morir de nuevo antes que rogarle nada a su primo. Pensando en ello, pensó que sería mucho mejor depender del mantou blanco malhumorado.

Sobre todo ahora que había algo más acechando. No sabía si llegaría a ser más poderoso que Lang QianQiu, pero debía estar preparado ya que, si Xie Bian tenía razón, esa mierda iba a cazar a su hijo y él no lo iba a permitir. Faltaba más.

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora