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— ¿Qué esa secta no se había ido a la mierda?

Zhu Fuzhou hizo una mueca con las palabras de Qi Rong. Nunca en su vida se había encontrado con alguien tan grosero, pero era el padre de su gran maestro así que tocaba apechugar y aguantarse. El hombre hinchó el pecho respirando hondo y dijo:

— Nosotros los cambiantes somos expertos en cubrir nuestro rastro. Cuando el primer gran maestro se enfrentó a Shé Wang, se aseguró de llevarlo lo suficientemente lejos como para que los demás pudiéramos escapar. Y cuando él murió, todos nos ocultamos en los bosques, en las montañas, donde el maestro serpiente no pudiera encontrarnos, esperando al siguiente fénix.

— Fingieron sus muertes— dijo Gu Zi—. Ingenioso.

Zhu Fuzhou les indicó que siguieran caminando. Qi Rong y Gu Zi lo siguieron hasta llegar a un salón de música cuyas paredes eran azules, con estantes donde reposaban cientos de instrumentos; lo que terminó llamando la atención del fantasma fue una pared llena de pinturas.

Más concretamente, una pintura en específico.

Si la memoria no le fallaba, el fondo era el palacio real de Xian Le. Sin duda alguna reconocería ese balcón dónde fuera. La pintura retrataba a una mujer con un vestido blanco y una túnica exterior verde, su cabello estaba peinado en un elaborado chongo sostenido por una corona que ceñía su frente dándole un aire de realeza inigualable. La mujer sonreía tímidamente con ambas manos en el regazo, entre las cuales sostenía una suona de color negro.

— Ah, ella fue mi mejor estudiante— dijo Zhu Fuzhou detrás de él—. Su talento con la suona era incomparable, solo conocí a una persona cuyo talento rivalizaba con el suyo. Un joven guerrero que murió por su reino.

Qi Rong extendió la mano tocando la pintura con la yema de los dedos, como si de ese modo pudiera tocar a la persona retratada, y dijo:

— Ella era mi madre. 

El pavorreal se sorprendió al escuchar esto, pero después sonrió.

— En ese caso, no te tomará mucho tiempo aprender a controlar la suona— dijo. 

Gu Zi se acercó mirando el retrato con curiosidad, pasando su mirada de la pintura a su padre. 

— La abuela era muy bonita— dijo luego de un rato.

— Era la belleza más codiciada del reino— dijo Qi Rong.

Según las palabras de su madre, la gente hacía fila solamente para verla. Todo para que al final su belleza se marchitará por ser tan crédula. El fantasma sacudió la cabeza y, cambiando el tema, dijo:

— Dijiste que hay dos razones por las que vives aquí. ¿Cuál es la segunda?

Zhu Fuzhou sonrió con descaro y dijo:

— Detesto a las personas.

πππππ

Era de noche cuando Qi Rong y Gu Zi regresaron al pueblo. 

Al principio le había sido un poco difícil usar el instrumento, pero poco a poco lo fue dominando y Zhu Fuzhou le indicó que volviera la siguiente semana. Su Jinwei les abrió la puerta y sonrió dejándolos pasar.

— Llegan justo para la cena— dijo.

Ambos se animaron al instante, ya que la comida de Ye HuangFei era deliciosa. La mujer sonrió al verlos mientras servía otros dos platos de sopa de wontons y se los pasaba a Su Ziming.

— Temí que no llegarán a tiempo— dijo—. ¿Cómo les fue?

— Ah, bien— dijo Qi Rong mientras Gu Zi se acercaba a ayudar—. No fue la gran cosa.

— ¿Aprendiste algo?

— Claro que sí.

Ye HuangFei sonrió, con lo que las arrugas alrededor de sus ojos se hicieron más notorias. 

— El maestro Chu vino en la tarde— dijo Su Ziming—. Dijo que como no fuiste a la práctica se preocupó y vino a ver qué pasaba. 

— Mierda— dijo Qi Rong—. Lo olvidé.

— Rong-er, ¿qué te he dicho de maldecir en la casa?— regañó Ye HuangFei.

Qi Rong dio un respingo bajando la cabeza.

— Lo siento— dijo—. No volverá a pasar. 

Gu Zi sonrió comiendo su sopa. Había descubierto más cosas, pero no era momento de pensar en eso. Ahora iba a disfrutar del raro espectáculo de ver a su padre siendo regañado sin que dijera nada. Tenía una familia, estaba más que satisfecho.

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora