Capítulo 3.31 Salidas canceladas

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La llegada de Bastien fue inesperada y antes de lo previsto. Supongo que todo se debía al desmayo arrepentido que sufrí durante mi visita a Kaliningrado, había generado preocupación en mi hermano. Sin embargo, desde que regresé, me sentí mejor y no había vuelto a desmayarme. Aun así, evitaba alterarme o hacer algo que pudiera generarme ansiedad.

Bastien estaba aquí, y era él quien me suministraba personalmente el medicamento. Me alegraba verlo; Era mi amigo y confiaba plenamente en él. Pensé que Nick no aceptaría su visita, pero, para mi sorpresa, la tomó bastante bien.

Hoy había amanecido un poco débil, probablemente por los medicamentos que Bastien me administró. Era un efecto secundario habitual cuando me los suministraban; Por suerte, esto solo ocurriría cada tres meses. Sin embargo, mi hermano había decidido aumentar la frecuencia y sugirió que el tratamiento fuera mensual.

Decidí organizarme y salir hacia la cocina. Aunque me sentí cansada, quería prepararle el desayuno a Nick. Siempre que lo hacía, me sentía feliz y satisfecha. Además, le había prometido que pondría todo de mi parte para mejorar, así que saqué fuerzas de donde no tenía.

Cuando llegué, como siempre, Juana me ayudó a organizar todo. Me tomé mi tiempo y trabajé con calma. De repente, las puertas de la cocina se abrieron, y Bastien entró, mirándome con preocupación.

— Deberías descansar —me dijo con un tono de advertencia.

—Anoche dormí bien —le respondí con una sonrisa, mientras me acomodaba en la encimera y seguía cortando los vegetales para el sándwich de pollo que estaba preparando para Nick.

—Me alegro. Por lo general, no sueles pasar buenas noches —añadió, más tranquilo, sentándose en una de las sillas de la cocina.

—Nick me cuidó toda la noche —le dije emocionada.

Mi Nick me había llevado a la habitación, se aseguró de que estuviera cómoda, me arropó y luego se acostó conmigo, brindándome su calidez y fortaleza.

— ¿Duerme contigo? —preguntó Bastien, curioso.

—Sí, lo hace. Siempre me siento mejor con su compañía —le respondí con alegría.

— ¿Qué haces? —preguntó, observando cómo organizaba los ingredientes para el sándwich.

—Estoy preparándole el desayuno a Nick —le expliqué, mientras Juana me pasaba el plato para comenzar a armarlo.

—Creo que aquí hay suficiente gente para encargarse de eso —comentó, mirando al resto del personal en la cocina.

—Me gusta hacerlo —respondí, concentrada en mi tarea.

—Este es el desayuno del alfa —le dije a la ama de llaves, quien ya estaba preparando los platos para llevarlos al comedor.

Cuando las puertas se abrieron, pensé que era el hombre encargado de servir la mesa, pero no. Era Verusha, quien entró mirando todo con seriedad y enojo.

—Hoy no va a comer tu insípida comida —dijo con desdén al ver mi plato. Lo tomó de la mesa y me lo devolvió—. Mandé a preparar algo mejor —añadió con soberbia.

Tomé el plato y lo volvió a colocar en la encimera junto a Bastien.

—Recuerda lo que te dije anoche —le indicó a la ama de llaves con autoridad.

—Sí, Luna —respondió ella con obediencia, mostrándole un plato de carne con papas.

—Pero él siempre come mi comida —le reclamé a Verusha, quien solo me miró con desprecio.

—No eres nadie aquí, Alana. Solo la puta que se revuelca con el alfa —me soltó con veneno en la voz.

—Señorita, respeto —intervino Bastien, indignado, levantándose de la silla. Le tomé del brazo para evitar que se metiera en problemas.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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