50-. Crisis

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Zayn me apartó de la puerta y me llevó a una de las esquinas de la cabina en donde me acunó entre sus brazos.

Ambos éramos conscientes de que la situación empeoraba con cada segundo que transcurría.

Yo había comenzado a hiperventilar y mi corazón latía tan rápido y con tanta fuerza –y en esta ocasión no se debía a la cercanía de Zayn-, estaba experimentando un ataque de taquicardia.

-Violett, mírame a los ojos –suplicó al percatarse de mi estado.

Me fue sumamente difícil obedecerlo, pero cualquier esfuerzo valió la pena pues de inmediato su mirada me hizo sentir menos ansiosa.

-Respira profundo, ¿sí? –Zayn comenzó a inhalar y exhalar hondamente, mostrándome la forma correcta que la que debía respirar -. Utiliza el diafragma no solo los pulmones.

Comencé a hacer lo que él recomendaba y después de varios minutos mi ritmo cardíaco se estabilizó.

Zayn intentaba distraerme de esto con preguntas un tanto banales, pero después de todo lograron su cometido inicial.

Los minutos pasaban y mi malestar se incrementaba. Sentía nauseas y frio, mucho frio. Había comenzado a tiritar entre sus brazos.

-Voy a sacarte de aquí, cariño –prometió mientras me abrazaba aun más a su cuerpo.

Los parpados me pesaban y me era cada vez más difícil mantener los ojos abiertos, por esa razón me sobresalté cuando escuché a Zayn, él se deshacía en gritos pidiendo ayuda, implorando que me ayudaran.

Y al final sus ruegos parecieron ser escuchados pues la voz de un hombre resonó en algún lugar cercano.

-¿Se encuentran bien?

No necesitaba observar a Zayn para saber que había mordido su lengua en un intento por no insultar a la persona que se encontraba del otro lado.

-Apresúrese a abrir las puertas, ¿sí? –murmuró con aspereza.

-Descuide señor –intentó tranquilizarlo y eso era lo más sensato-, estamos haciendo todo lo posible por rescatarlo.

-¿Escuchaste eso, Violett? Pronto van a sacarnos de aquí –musitó contra mi oído.

***

Todo se había mantenido en silencio por un lapso de tiempo considerable hasta que un sonido similar al de un electrocardiograma invadió mis oídos. El ruido emitido por aquella maquina era tan molesto e insistente que terminó obligándome a abrir los ojos.

Mi vista se había posado inmediatamente en Zayn. Él fruncía el ceño, su mandíbula se encontraba apretada y su postura era rígida mientras se mantenía observando hacia la puerta.

-Zayn –musité con apenas un hilo de voz, sorprendiéndome a mí misma, creí que mis palabras sonarían mucho mejor que eso.

El aludido giró un poco la cabeza con dirección a mí e inmediatamente una pequeña sonrisa se formó en su rostro mientras se acercaba a mi cama.

Intenté reincorporarme en mi lecho pero de inmediato Zayn me lo impidió.

-No, linda, permanece acostada –se sentó junto a mí al mismo tiempo que entrelazaba su mano con la mía-. ¿Cómo te sientes, amor?

Suspiré.

-Mucho mejor que en aquella trampa mortal llamada elevador –exageré un poco, pero de esa manera se había sentido estar en aquella cabina.

-¿Eso quiere decir que el ascensor queda descartado de nuestra lista de PTHS? –por el tono que utilizó resultaba evidente que él sabía la respuesta de ante mano.

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