97-. Durmiendo con el enemigo

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La seguridad de sus palabras y acciones me causó gracia, ya podía verlo correr en cuanto cierto apellido fuese pronunciado.

—Bien, antes debes saber que planeo llevar a juicio a la hija de Carlo Matterazzi —a raíz de las experiencias pasadas, sabía que estas eran las palabras con las que debía iniciar. Observé con detenimiento cada uno de los movimientos de Dante, sorprendentemente no hubo nada fuera de lugar.

—¿Y eso es un problema? —Dante me estudiaba, tal como yo lo hacía con él, tratando de anticiparse a mi respuesta.

—Usted no es de aquí, ¿cierto? —Alighieri intervino con una deducción causada por la evidente carencia de temor en la actitud del mayor de los Vitalli.

—No, pero sé quien es Carlo Matterazzi —sonrió orgulloso de su respuesta—, y si Violett quiere llevar a Lucía a juicio, entonces eso es lo que haremos. Necesitaré que me entregue el expediente del caso y que me permita hablar con el imputado.

Aligheri me dedicó una mirada que fue fácil de interpretar; él estaba a la espera de una señal que le ayudará a decidir si debía obedecer a Dante o no. Asentí, aprobando lo demandado.

—Claro, sígame por aquí —el comandante se puso de pie en un santiamén. Éramos muchos los interesados en que la situación se resolviera de manera justa.

Aligheri avanzaba con pasos presurosos, recorría más de la mitad del camino cuando quise alcanzarlo pero el fuerte agarre de Dante me lo impidió.

—Es mejor que te quedes aquí —pronunció con simpleza. No concebí que me aconsejara tal cosa.

—Estás equivocado si crees que voy a obedecerte —lo miré con firmeza. Transmitiéndole mi postura; no aceptaba que nadie me dijera lo que tenía que hacer—. Yo iré contigo. Necesito hablar con ese hombre y que me diga de frente porque hizo lo que hizo.

—Violett, necesitas olvidarte de los sentimientos y las pasiones —dijo con voz fuerte. Haciéndome saber que el tampoco planeaba ceder—, en casos como este son simplemente distracciones, de nada nos sirven. Debemos ser fríos y metódicos, guiarnos únicamente por las pruebas —tomó mis manos entre las suyas en un movimiento inesperado—. Déjame hacerme cargo de esto. Tu lucha es mi lucha ahora.

—Bien —accedí disgustada. Admitir que Dante estaba en lo cierto no era algo que me complaciera—, pero no tardes.

—Sólo el tiempo justo —replicó con una sonrisa.

—¿Abogado, piensa venir o no? —a lo lejos se escuchó el llamado de Aligheri.

—Regreso pronto —aseguró antes de irse con el expediente entre sus manos.

Ocupé de nuevo mi lugar frente al gran escritorio, sintiéndome aliviada, finalmente alguien estaba dispuesto a luchar por mis intereses, algo que Zayn —que quien sabe donde mierda estaba metido—, al parecer no tenía planeado hacer.

***

La espera se prolongó más de lo que esperé y no fui realmente consciente de que tanto hasta tener a Paul frente a mí.

—Han pasado dos horas, señorita Johnson —informó como si yo realmente necesitara saberlo—. ¿Cuanto más esperaremos?

—El tiempo que sea necesario —respondí de manera brusca. Dos horas era demasiado tiempo, más le valía a Dante traerme información valiosa o terminaría despidiendolo.

—Por supuesto —Paul asintió sumisamente, desviando la mirada al suelo.

—Espera —detuve su marcha emitiendo un suspiro que no fue más que el resultado de mi culpabilidad—. Lo siento. Debo parecerte una maldita bruja pero la situación me tiene con los nervios al límite. Lo juro, yo no suelo ser de esta manera, no todo el tiempo —acoté con una risa nerviosa en un último intento por bromear y de paso aligerar el ambiente.

My Favorite NeighborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora