93-. En la mira

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Violett

Mi equilibrio se vio afectado, de un segundo a otro todo a mi alrededor giró estrepitosamente y entre mi confusión lo único que atiné a hacer fue apoyarme contra el mueble más cercano mientras Zayn iba en mi ayuda.

—Salgamos —sus brazos vinieron desde atrás, enroscándose en mi cintura en un esfuerzo desesperado por mantenerme de pie—, no tienes porque seguir observando esto.

—No —musité sin fuerza, alejándome del calor que su cuerpo me proporcionaba—, yo necesito ver si alguna pintura logró salvarse.

Mis esperanzas terminaron por desvanecerse cuando contemplé el desastre en el que la habitación se había convertido, parecía imposible que alguna obra hubiese sobrevivido a tan terrible tortura, y así fue —sin excepción—, hasta el más insignificante de los bosquejos se encontraba hecho añicos.

Con lágrimas resbalando sin tregua, una tras otra de mis ojos, me arrodillé junto al lugar que albergaba el más grande de los montículos conformado por tiras de tela provenientes de diferentes cuadros, las tonalidades así me lo indicaban. La persona responsable de esta atrocidad se había tomado la libertad de regar por toda la habitación los pedazos de mis lienzos, es como si hubiese caminado en círculos por el estudio de arte arrojando mis memorias, mi vida —porque eso representaban para mí mis obras—, como si fueran confeti en un vil carnaval.

—Señorita, me temo que no puede tocar nada —escuché a uno de los oficiales hablar a mi espalda, no le di importancia hasta que lo sentí llegar junto a mí e intentar frenar mis movimientos.

—Ni lo piense —Zayn se interpuso entre el oficial y yo—. Ahora, todos largo de aquí —ordenó con autoridad, dirigiéndoles una mirada llena de determinación, recordándome vagamente aquella noche en la que actuando como un soldado espartano acudió a mi auxilio.

—Señor, entendemos que ambos se encuentren a la defensiva —comentó con un deje de compresión el policía más cercano a nosotros—, pero ustedes deben comprender que éste es nuestro trabajo.

—Su trabajo es atrapar a quien hizo todo esto —escupí con rabia mientras me apeaba—, y como puede ver esa persona no se encuentra aquí, así que empiecen a buscar en otro lado.

Sin decir nada como respuesta los oficiales decidieron marcharse, en cuanto estuvieron lejos me lancé entre los brazos de Zayn, lo necesitaba tanto, necesitaba que él me hiciera sentir protegida, que me dijera que todo iba a estar bien, aunque esto fuese una mentira.

—Esto es una pesadilla —sollocé contra su pecho—. Lo he perdido todo en un abrir y cerrar de ojos. Años de esfuerzo ahora no son más que trozos de tela adornando el piso de la habitación.

—Me encantaría ser capaz de decir algo que ayudara a aliviar tu dolor —su palma recorría mi espalda, sus movimientos tenían la expresa intención de tranquilizarme, haciendo algo que él con palabras sabía que no lograría—, pero desafortunadamente no tengo palabras.

—Está bien, sólo abrasame —rogué—. Tu cercanía me hace sentir bien.

Zayn me sostuvo aún más cerca de su cuerpo, embriagándome con su aroma, haciéndome sentir con cada respiración cada vez más ligera. Mi cabeza se reposaba contra su pecho,

escuchando el calmo sonido emitido por su corazón trasmitiendome un poco de paz. Las cosas no estaban bien, de hecho, todo esto era terrible pero Zayn tenía el don de hacer que todo pareciera perfecto mientras me encontraba entre sus protectores y amorosos brazos.

Dejamos atrás a la habitación y todo lo que ésta implicaba para encaminarnos de vuelta a la estancia, topandonos con el oficial que nos recibió junto a Donna varios minutos antes.

My Favorite NeighborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora