85-. Tú y Yo

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Durante todo este tiempo tuve en cuenta que los días próximos tenderían a ser un tanto difíciles. Al cabo de dos semanas, creía conveniente reconocer que había sido bastante ingenuo de mi parte pensar aquello, pues la palabra que debí utilizar para ligeramente describir lo que sería de mi vida en los siguientes días fue la de "calamidad".

Yo estaba hecha un completo desastre debido al estrés y la falta de descanso de lo últimos tiempos. Me sentía presionada por la escuela y todo lo que ésta traía consigo. Entrar a la clase que impartía Di Luca no era más que un dolor de cabeza para mí. No sabía que esperar de ella, nada de lo que ahí ocurría tenía relación con temas pasados o futuros. Cada cosa que Giorgio hacía o decía era como si la hubiese sacado de la manga.

Su último capricho había sido el de querer que pintáramos un cuadro con la más reciente técnica pictórica que nos había "mostrado". Su orden en teoría no debía representar gran complicación para nosotros, y no lo era, nuestro conflicto radicaba en la fecha de entrega; ésta había sido programada para el siguiente viernes. El lapso de tiempo otorgado era una ridiculez teniendo en cuenta que hoy era miércoles.

Mis compañeros y yo, inútilmente tratamos de abogar por lo que considerábamos justo. le expusimos a Giorgio argumentos de porque el tiempo que nos había dado era insuficiente pero todo fue en vano, no pudimos hacerlo cambiar de parecer.

—El tiempo es suficiente para lo que les estoy pidiendo —reafirmó su postura—, es por eso que serán dos por cada cuadro.

Pero hubo un detalle que quizás Di Luca no contempló —o quizás sí lo hizo, nunca sabremos lo que transcurre por su retorcida mente— en el grupo éramos un número impar; 31, para ser exactos, lo cual traducido de las matemáticas a nuestro rubro, quería decir que a un desafortunado le tocaría hacer el trabajo sólo.

Yo no me preocupé por ello, confíe plenamente en que Sam sería mi compañero como siempre. Grave error.

De último momento, giré el cuerpo hacia atrás para hacer contacto visual con Sam. Debía confirmar que estábamos juntos en esto.

—Tú y yo —articulé sin emitir sonido alguno, a la vez que lo señalaba a él y luego a mí.

El chico de cabello cobrizo asintió y entonces yo retomé mi postura original.

Mi sobresalto ocurrió cuando Giorgio comenzó a pedir los nombres de los integrantes de las binas. Sam fue de los primeros en tener que comunicarlos pues su apellido comenzaba con la "C".

—Claflin y Vitalli.

Tras el anuncio de Sam me vi impedida para hacer o decir algo. Simplemente me había quedado ahí, inmóvil, mirando con ojos acuosos hacia la pizarra, mientras un sentimiento de vacío se creaba en mi estómago.

No supe con exactitud cuanto tiempo pasé en ese estado, pero debieron haber sido minutos enteros. Di Luca había terminado de pasar la lista de asistencia y ahora me encaraba con una sonrisa burlesca.

—Por lo que veo se ha quedado sin compañero, señorita Johnson —comentó con su lengua viperina—. ¡Que lástima!

Intenté no reparar en la inflexión de complacencia que poseía su voz al entonar esas palabras.

—Tiene que darme más tiempo —exigí con voz fría. No podía permitirme el comenzar a llorar frente a todos—. Yo sola no podré entregar el trabajo el próximo viernes.

—Me temo que eso sería injusto para el resto de sus compañeros —se ufanó de mí y mi anteriormente expuesta concepción de la vida justa.

—¿Entonces, qué pretende?—pregunté apretando fuertemente la mandíbula. Mis dientes chirriaron al hacer contacto los unos con los otros—. ¿Qué trabaje yo sola y aún así le entregue la obra el viernes? ¡Eso es imposible!

—No sé de que se queja. Todos aquí sabemos que usted no está sola —sonrió con malicia—. A su lado tiene al talentoso y prodigioso Zayn Malik, seguro él va a ayudarle con su tarea.

Cerré los ojos mientras dejaba escapar todo el aire contenido de mis pulmones. Era eso o insultarlo y aunque moría por hacer lo segundo debía contenerme. No podía permitirme el lujo de reprobar también en esta clase.

—Di Luca, entienda...

—¿Escuchó eso, Johnson? —su dedo índice apuntaba hacia el cielo—. El timbre ha sonado por lo tanto yo me retiro.

Quería lanzarme sobre ese maestro de pacotilla y matarlo con mis propias manos mientras lo veía salir de la habitación. No era su jodido problema si Zayn me ayudaba o no, lo que él debió hacer fue encontrar una solución para este inconveniente o por lo menos aceptar la que yo le proponía.

Durante las siguiente clases no le dirigí la palabra a Sam y el hizo lo mismo. Por el momento guardar distancia entre nosotros era lo mejor. Me sentía tan herida, y algo decepcionada, nunca esperé que él me cambiara por ese idiota. 

***

Pasé lo que quedaba del día en mi estudio de arte, bosquejando mi tarea, salí de aquella habitación únicamente cuando fueron las ocho de la noche y sólo lo hice para conectarme en Skype.

Me ahorré los saludos y fui directamente a lo que ahora era lo único que me importaba.

—¿Podríamos dejar esta clase para otro día?

—Podríamos —asintió—, sólo déjeme saber porque.

Le expliqué rápidamente y sin entrar en muchos detalles la nueva orden impuesta por Di Luca. También le conté sobre la traición sufrida por parte de Sam, no quería hacerlo pero tuve que, si no se lo contaba a alguien iba a explotar.

—Okay. Entonces este maestro les pidió que hicieran un cuadro para dentro de un día y medio. Los obligó a que cambiarán de técnica pictórica, imponiéndoles la tempera y tú debes hacer el trabajo sola pues tu amigo y compañero es un idiota.

—Sí —asentí reitiradamente. Zayn lo había entendido perfecto.

—Bien —se deshizó de sus gafas—. Escucha muy bien lo que vas a hacer, Violett. Quiero que vayas a mi estudio de arte y busques entre todas las pinturas, estoy seguro que usé la técnica tempera con un par de ellas. Siéntete libre de presentársela a Di Luca como tuya.

—¡¿Qué?! —enloquecí—. No. Yo no puedo hacer eso...

—Sí, sí puedes —aseveró con convicción—. Tú tienes las llaves de nuestro departamento, entra en él y busca ese par de pinturas que te indiqué. Ninguna de ellas está firmada y nadie además de Miles y de mí las han visto. Sólo ponle tu nombre a la que más te guste y presentasela a Di Luca como tu trabajo.

—Gracias, Zayn —dije con lágrimas en los ojos. No podía creer que él estaba haciendo todo esto por mí.

—No, amor —meneó la cabeza, sin despegar su mirada de mí—. No necesitas agradecerme, yo haría esto y mucho más sólo para asegurar tu bienestar y felicidad. Ahora hazme un favor y este tiempo que ibas a utilizar para pintar, inviertelo en tu descanso. Ve a dormir, Violett.

—Te amo.

—Yo te amo más, bebé. Hablamos mañana.


My Favorite NeighborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora