53-. El examen

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Era bastante temprano cuando desperté, la alarma aun no sonaba e incluso el sol aun no se asomaba por el horizonte, pero me fue imposible volver a cerrar los ojos y simplemente permanecí ahí, observando la perfección personificada en Zayn.

El era un ser hermoso. Sus finas facciones, sus prominentes labios y sus enigmáticos ojos hacían de Zayn un hombre de belleza exuberante, que inclusive me llevaba a preguntarme si él era real.

Tras admirarlo por un largo tiempo decidí, con mucho cuidado, apartarme de su lado con la encomienda de ir en busca de papel y lápiz.


Unas ganas enormes por dibujar estaban consumiéndome y únicamente lograría saciarlas cuando inmortalizara para la posteridad la belleza del hombre que dormitaba sobre mi cama.


Regresé a la habitación después de haber encontrado en mi estudio de arte lo que tanto busqué. Tomé asiento en el sofá que se encontraba junto a la cama y empecé a dibujar aún en la penumbra.


Era algo difícil plasmar las facciones de Zayn en medio de la obscuridad y únicamente dejándome guiar por la ligera manta luminosa con la que el cielo parecía arroparlo, pero nada era imposible, por lo menos no para mí, pues hubo noches en la que mi sótano se encontró aún más obscuro que esta habitación y aún así saque mis obras adelante.


Continué con mi bosquejo teniendo en cuenta que ante estas vicisitudes cualquiera habría estado tentado a encender por lo menos una luz, pero yo no, yo no pensaba hacerlo, no estaba dispuesta a perturbar a Zayn pues eso arruinaría el estado de paz en el que se encontraba.


Quizás nadie lo entienda, pero era sumamente difícil encontrar un momento en el cual Zayn no se hallara frunciendo el ceño o con una postura rígida, era como si él nunca estuviera tranquilo, pero aquí estaba, sobre mi cama y en su frente no había ningún pliegue que delatara molestia o enfado, simplemente estaba ahí; soñando en completa calma, mientras en su rostro se formaba una pequeña sonrisa que esperaba con toda el alma que se debiera a mí.

***

Mi estadía en la ducha fue rápida ya que no había nada ni nadie que me incitara a permanecer más tiempo del necesario.

Zayn permanecía dormido pero tenía conciencia plena de la situación y sabía que ésta no se mantendría así por mucho tiempo, por lo cual aproveché para encargarme de un asunto pendiente.

En los últimos días –entre pelea y pelea- Zayn se había comportado sumamente cariñoso conmigo, él cuidaba de mí –en exceso, debía señalar- y me mimaba como nunca nadie lo había hecho antes, por esto mismo consideré que era el momento justo para retribuirle un poco de lo que él me había dado, y comenzaría con un desayuno digno de un rey.

Me encontraba preparando mis ya famosos huevos benedictinos –aunque en esta ocasión con una variante. La receta incluía salmón-, cuando escuché a Zayn a mi espalda.

-¿Violett? –en su voz detecté cierto ápice de incertidumbre.

-Buenos días, amor –giré el rostro hacia su dirección, mostrándole una gran sonrisa.

-Pensé que te habías marchado a la escuela –sus pasos empezaron a sonar cada vez más cerca de mí.

-¿Por qué haría eso? –Sonreí para mi fuero interno mientras los recuerdos y sensaciones me invadían de nuevo-. Tú hiciste una labor de convencimiento magnifica en la ducha.

Sentí sus brazos alrededor de mi cintura, estrujándome contra su fornido pecho.

-Y aun no término –acercó sus labios a mi oído y lo besó suavemente provocándome una serie de escalofríos por todo el cuerpo-. Si mal no recuerdo, nos quedamos a mitad de algo anoche, ¿no es así?

My Favorite NeighborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora